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Humildad

Invocaciones por los sacerdotes

INVOCACIONES POR LOS SACERDOTES

Director :

Señor Jesús, humildemente postrados ante Ti que, movido por tu inmenso amor, estás presente entre nosotros oculto bajo las especies del pan eucarístico, queremos presentarte nuestro homenaje de fe y de amor, de gratitud y de adoración, poniendo en tus manos todo lo que somos y tenemos.

Oración de humildad y de confianza a la Santísima Trinidad

Oración de humildad y de confianza a la Santísima
Trinidad

Santísima y adorable Trinidad, heme aquí postrado delante
de Ti para rendir homenaje a tu divina Majestad. Te consagro en estos
momentos de oración, todas mis palabras, todos mis pensamientos, todas mis
resoluciones. No soy digno, Dios mío, de recibir nuevas luces ni nuevas
ayudas por el mal uso que he hecho de tus dones. Sin embargo, acudo a ti con
entera confianza, como a Padre bueno y misericordioso, y te ruego por los

Para Confesarte Bien

Para Confesarte bien

"No hay pecado que no pueda ser perdonado, si nos acercamos a la misericordia de Dios con un corazón contrito y humillado. En este consolador Sacramento, altamente personal, Cristo continúa encontrándose con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Restaura la unidad donde hay división derrama su luz donde hay oscuridad y concede una esperanza y alegría que el mundo no podría dar.

El Hombre frente a Cristo

El hombre frente a Cristo

Las disposiciones humanas, favorables o desfavorables a la fe en Cristo, presentan diferentes matices.

1. SEGÚN LA EVOLUCIÓN PSICOLÓGICA.

Los más pequeños se interesan sobre todo por Jesús, realizando milagros y como amigo de los niños. Ellos admiran su poder divino y tienen confianza en su continua bondad. Sin embargo, se ha de atraer también su atención hacia la verdadera humanidad de Cristo: Jesús creciendo es su modelo y Jesús adulto nos abrió el camino hacia el cielo.

Cuestionario sobre la Biblia

La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un único depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia, pero el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida, ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo.