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Obispo

Santos Cleto y Donaciano

Santos Cleto y Donaciano

6 de Septiembre

(""Ilustre"", en griego, el primero; ""Regalado"", en latín, el segundo).

Vivieron en el siglo V. Ambos fueron obispos. Cleto fue quemado vivo. Donaciano murió en el desierto, deportado por el Rey Hunerico, en torno al año 484.

San Chad

Santo Chad

Obispo, 2 de marzo.

Significa “bien molido”. Viene del africano.

No es un nombre muy común en nuestra cultura latina, pero sí en la anglosajona.

Cuando Wilfrido fue elegido obispo de York, sentía más aún en su corazón de apóstol la necesidad de extender el reino de Dios por otros sitios que no hubieran sido ya hollados o trillados antes.

Fue entonces cuando le vino la idea de enviar a Chad como obispo a Nortthumbria. Aquí, como hacían los apóstoles de Jesús, se entregó plenamente a su trabajo.

San César

San César

Obispo, 26 de agosto.

Significa “ cabellera, barba”. Viene de la lengua latina.

La verdadera vocación del cristiano es sembrar la paz y la alegría como cualidades que adornan a la persona y que dimanan directamente de la fuente del Evangelio.

El santo de hoy nos lleva al siglo V, en cuyos finales nació, y al VI (543) en que murió.

La abadía de Lérins, Francia se distinguió en todos estos siglos por su brillantez en el cuidado de los hermanos y por la santidad a la que aspiraban los monjes que la habitaban.

San Celso, Arzobispo

San Celso

Arzobispo de Armagh, 1 de abril.

Significa “alto, elevado, excelso”. Viene de la lengua latina.

Este joven lleva en su sangre el amor por lo auténtico. Así lo confirma la historia en Irlanda. Una vez que lo eligieron obispo en el siglo XII, empezó la reforma de la Iglesia en esta bella isla.

De su rica vida apostólica no hay mucho escrito, a no ser que se acuda a los Anales irlandeses o a la “Vida de san Malaquías Ua Mohgair”, escrita por san Bernardo.

San Bosa de York

San Bosa de York

Monje y Obispo, 9 de marzo.

Significa “día lunar del Suna de los indios Muiscas”.

¿Resignarse frente a las contradicciones? Resignarte no, sino darle tu confianza. El Resucitado nunca niega que en la condición humana existe el secreto de una esperanza e incluso de una felicidad. Resignarte no, pero sí ceder en tu interior, abandonarte al Espíritu Santo, al Cristo que está vivo.

Este joven monje y obispo de Inglaterra luchó lo indecible por mantener la unión con Dios, a pesar de que la vida no le fue fácil en su tiempo.