Súplica de Sanación
Súplica de Sanación
Padre celestial,
que nos has revelado tu bondad
en la vida y la palabra,
en la Pasión, la Muerte y la Resurrección
de tu Unigénito, nuestro Señor Jesucristo:
Padre celestial,
que nos has revelado tu bondad
en la vida y la palabra,
en la Pasión, la Muerte y la Resurrección
de tu Unigénito, nuestro Señor Jesucristo:
Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual
que Tú pretendes con esta enfermedad que me has enviado.
“¡Oh, Dios mío! El enfermo que se encuentra ante Ti ha venido a exponerte su voluntad, pidiéndote lo que juzga es para él la cosa más importante. Dios mío, infunde Tú en su corazón este convencimiento: ¡Lo importante es que gocemos de salud en el alma!.
¡Señor, que en todo se cumpla sobre él tu santa Voluntad! Si quieres su curación que se cure, pero si Tu voluntad es otra, que siga llevando su cruz.
Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste asumir nuestra condición humana; mira con piedad a N., que está enfermo y necesita ser curado en el cuerpo y en el espíritu.
Reconfórtalo con tu poder para que levante su ánimo y pueda superar todos sus males, y ya que has querido asociarlo a tu pasión redentora, haz que confie en la eficacia de su dolor para la salvación del mundo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R Amén.
Señor,
Hazme un instrumento eficaz
De tu misericordia.
Señor, bendice mi mente
Para que no sea indiferente ni insensible,
Sino solicita a las necesidades.
De mi prójimo enfermo.
Señor, bendice mis ojos
Para que reconozca en el que sufre
Tu rostro, y me conduzcan
A la luz y tesoros interiores.
Señor, bendice mis oídos
Para que oigan las voces que suplican escucha.
Y respondan a los mensajes
De quien no sabe expresar con palabras. .
Señor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado.
Creemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar y en cada uno de nosotros. Te alabamos y te adoramos. Te damos gracias, Señor, por venir hasta nosotros como pan vivo bajado del cielo. Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres la resurrección y la vida. Tú eres, Señor, la salud de los enfermos.
Oh querido y dulce Niño Jesús: he aquí un pobre enfermo que, movido por la más viva fe, profundamente invoca tu divina ayuda en favor de su enfermedad.
En Ti pongo toda mi confianza. Sé que tú todo lo puedes y que eres muy misericordioso, la misma misericordia infinita.
Grande pequeñito, por tu virtud divina, por el inmenso amor que tienes a los que sufren, a los afligidos, a todos los necesitados, escúchame, bendíceme, socórreme, consuélame.
Amén.
Tú quisiste, Señor, que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades, para poner de manifiesto el valor de la enfermedad y la paciencia; escucha ahora las plegarias que te dirigimos por nuestros hermanos enfermos, y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor, la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos, y de saberse unidos a la pasión de Cristo para la redención del mundo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Enséñame, Oh María Auxiliadora,
a ser dulce y bueno en todos los
acontecimientos de mi vida; en los
desengaños, en el descuido de otros,
en la falta de sinceridad de aquellos
en quienes creí, en la deslealtad de
aquellos en quienes confié.
Ayúdame a olvidarme de mí mismo para
pensar en la felicidad de otros;
a ocultar mis pequeños sufrimientos
de tal modo que sea yo el único
que los padezca.