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Identidad y misión

La aventura de la vida ordinaria

Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. Dicho popular 
Desde la fundación del Opus Dei, en 1928, San Josemaría Escrivá de Balaguer nos ha venido a recordar que el trabajo humano no es consecuencia del pecado original sino parte del plan de Dios para todo ser humano. El trabajo de cada día puede resultar novedoso si sabemos meter vida de fe y oración, y el trabajo más valioso será el que se haga con más amor de Dios. Decía el poeta que, en este mundo, todo será de acuerdo al cristal con que se mira.

Filiación divina, primera parte

Hay que saborear lo que decía San León Magno: “el don que supera todo don es que Dios llame al hombre su hijo y que el hombre llame a Dios su Padre” (Homilia VI in Nativitate, 4). Toda nuestra vida cristiana es una gran peregrinación hacia la casa del Padre.

La misión del Espíritu Santo es la esperanza, es convencernos de que somos hijos de Dios. Juan Pablo II dijo algo muy profundo: El hombre va descubriendo en sí mismo su pertenencia a Cristo, y en él, su dignidad, la elevación a hijo de Dios, comprende su dignidad de hombre.