Baja a Dios de las nubes,
llévalo a la fábrica donde trabajas,
quita a Dios del retablo
y clávale dentro de tu corazón.
Roba a Dios de los templos
donde le encerramos hace tantos años,
déjale libre en las plazas,
llévale también al mercado del pueblo.
Porque Dios no es un Dios muerto
y, si pensáis que está muerto, bis
equivocados, equivocados, equivocados estáis.
Ayer hablé con Él
y le noté un tanto triste.
Hoy hablé con Él
y me dijo que está solo,
porque hay muchos hombres
que se reúnen en su nombre
pero no le dejan entrar a Él,
porque hay muchos hombres
que hablan en su nombre,
pero no le dejan hablar a Él.