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¿Y si sí?

Me permito copiar un relato que me pareció interesante y que quizás pueda ayudar a pensar a alguien. Y dice así:

Mi hija de 16 años, aunque me esté mal el decirlo, es una excelente chica. Como es lógico nos pide permiso para asistir a fiestas y a las "discos", aunque siempre nos deja preocupados, por lo cual no eran raras las discusiones familiares sobre este tema, puesto que le exigimos que regrese temprano, a lo que ella suele responder que se siente ridícula, pues incluso a las niñas de 14 años les dan permiso de salir hasta la una de la mañana. (He de reconocer, entre las cualidades de mi pequeña, que es más terca que una mosca de establo).

Ante estas situaciones -de tan juvenil lógica- tengo comprobado lo útil que es recordar aquel: “Serenidad y paciencia” como dijo Kalimán.

Por otra parte, debo admitir que dichos argumentos, en más de una ocasión me han acobardado y no me he atrevido a “negarle” a mi hija lo que me pide, pues automáticamente quedo enrolado en la categoría de los “padres retrógrados, anticuados -y si me descuido- retrasados mentales.”

En esos momentos me doy cuenta que, querámoslo o no, en la organización familiar el ambiente social llega a pesar mucho más de lo que los padres quisiéramos, y que hay decisiones que “otros” están tomando por nosotros desde ámbitos externos.

Para ser sinceros, el ambientorro de las mentadas discotecas no me gusta nada para mis hijos, pero pienso que debemos enseñarles a administrar su libertad, y por otra parte, considero muy importante demostrarles confianza en que sabrán llevar a la práctica todos los consejos que les hemos dado desde que son pequeños, mientras ellos no traicionen esa confianza.

Pues bien, este sábado, o para mayor precisión el domingo a las dos de la madrugada, después del clásico estira y afloja, para conseguir uno de estos permisos (en el que la ganadora fue mi princesita), me llamó por teléfono y, con un marcado nerviosismo me pidió que fuéramos por ella a las oficinas de la policía pues había surgido un problema. Mi esposa y yo salimos a buscarla pensando en mil historias terroríficas, y ahí nos enteramos de lo siguiente:

Poco después de la una de la madrugada, salieron de la fiesta, y según habíamos acordado, se regresaban mi hija con dos amigas acompañadas del hermano de una de ellas, de nombre Ricardo, muchacho de 21 años, en el coche manejado por éste.

Al poco de salir, cuatro desconocidos de mala facha, desde otro coche comenzaron a meterse con ellos llegando a faltarles al respeto con vulgaridades, por lo que Ricardo, pensando que no era lógico enfrentarse con los otros, trató de huir y comenzó una alocada persecución, incluso a altas velocidades, tratando de evadirlos, sin conseguirlo pues después de un largo recorrido les cerraron el paso y terminaron chocando, sin que hasta ese momento se produjeran heridas a nadie. Pero el asunto no quedó ahí.

A pesar del miedo, Ricardo no tuvo más remedio que bajar a defenderlas, pero lo único que consiguió fue una golpiza dejándolo mal herido, pues afirman que lo golpearon hasta con una botella rota. Luego se supo que los atacantes iban tomados y drogados.

Mi hija y sus amigas solo pudieron gritar, pero no hubo nadie que se atreviera a detenerse o a salir en su defensa, hasta que gracias a Dios, llegaron una patrulla que los detuvo a todos para las investigaciones, y una ambulancia para llevar a Ricardo a un hospital.

Afortunadamente nada de lo aquí relatado es verdad, pues es un simple invento basado en lo que parece suceder en "otros lugares"... pero, ¿y si sí?