Miles de personas en la plaza de S. Pedro y millones de católicos en todo el mundo, aguardarán la fumata blanca, tras el Cónclave, para dar gracias a Dios y aclamar al nuevo Papa.
El pueblo sencillo, - sea cual sea el nombre, edad, nacionalidad, actuación o tendencias sociopolíticas del cardenal elegido,- sabrá ver en su persona al Vicario de Cristo en la Tierra y al sucesor de Pedro, a quien el Espíritu Santo ha elegido para regir los destinos de su Iglesia en el momento presente.
A la inmensa mayoría de fieles católicos que viven su fe, con naturalidad y alegría, confiados en la Providencia divina y en las promesas de Jesús: “Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos”(Mt.28, 20) ; ”Tú eres Pedro y sobre ti edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no la derrotarán”(Mt. 16,18), les basta y les sobra con esto.
Sabrán dar de lado y no hacer mucho caso a tantos y tantos “ sabios y entendidos” que sacarán punta a todo y se enredarán en otras consideraciones ajenas a la fe. Dios, hoy como ayer y siempre, se revela a la gente sencilla y les hace vivir felices dentro de su Iglesia. Por todo ello al anuncio del ” Habemus papam”, responderemos sin más :¡Viva el Papa¡.