“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó”
(Gn 1, 27)
Según los datos de la ciencia, la persona humana, está de tal forma marcada por la sexualidad, que ésta viene a ser parte principal entre los factores que caracterizan la vida de los hombres; y ciertamente, en el sexo radican las notas características que constituyen a las personas como hombres y mujeres en el plano biológico, psicológico y espiritual, teniendo de esta manera gran parte en su evolución individual y en su inserción en la sociedad. Por ello, como es fácil de comprobar, la sexualidad en nuestros días, es un tema abordado y exaltado por todos los medios posibles: libros, semanarios, revistas, cine, televisión, teatro etc., medios de comunicación social y masiva que nos ha llevado a un aumento en la corrupción de las costumbres y a una de las mayores manifestaciones en la exaltación inmoderada del sexo, llegando a invadir dicha corrupción el campo de la educación y a infectar la mentalidad de las masas.
Es necesario formar un justo y sano criterio sobre los valores morales y éticos de la sexualidad, contribuyendo a ello, la debida formación de educadores, pedagogos y moralistas que enseñen a comprender y a integrar en la vida los valores propios de uno y otro sexo, siguiendo la ley natural inscrita por Dios en la conciencia de cada ser humano.
En los juicios acerca de los valores morales el hombre no puede proceder según su arbitrio personal ya que: “En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley, que él no se dicta a sí mismo, pero la cual debe obedecer… Tiene una ley inscrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente” (Conc.Vat II Gaudium et spes #. 16). Por ello, no puede haber, ni se puede hablar por consiguiente de una verdadera promoción de la dignidad del hombre sin el respeto del orden esencial de la naturaleza.
También es cierto, que en la historia de la civilización han cambiado y cambiarán muchas condiciones concretas y muchas necesidades de la vida humana, nadie lo puede negar, pero, toda evolución de las costumbres y todo género de vida deben ser mantenidos en los límites que imponen los principios inmutables fundados sobre los elementos constitutivos y sobre las relaciones esenciales de toda persona humana; elementos y relaciones que trascienden las contingencias históricas.
Estos principios fundamentales, comprensibles por la razón, están contenidos en la “ley divina, eterna objetiva y universal, por la que Dios ordena, dirige y gobierna el mundo y los cambios de la comunidad humana según el designio de su sabiduría y de su amor. Dios hace partícipe al hombre de esta ley, de manera que el hombre, por suave disposición de la divina providencia, puede conocer más y más la verdad inmutable” (Conc.Vat II Dignitatis humanae # 3), siendo esta ley divina accesible a nuestro conocimiento.
Por ello, la Iglesia no puede permanecer indiferente ante la confusión y la relajación de las costumbres, ya que se trata de una cuestión de máxima importancia para la vida personal de los cristianos y para la vida social de nuestros tiempos (Conc.Vat II Gaudium et spes #. 47).
Cristo ha instituido a su Iglesia como “columna y fundamento de la verdad” (1 Tim 3,15) y con la asistencia del Espíritu Santo, ella conserva sin cesar y trasmite sin error las verdades del orden moral e interpreta auténticamente no sólo la ley revelada, sino también “los principios de orden moral que fluyen de la misma naturaleza humana” (Conc.Vat II Dignitates humanae #. 14).
La Iglesia, por ello, ha atribuido constantemente a lo largo de toda su historia, a un número de preceptos de la ley natural, valor absoluto e inmutable, y por lo tanto, en la trasgresión de los mismos, ha visto una contradicción con la doctrina y el espíritu del Evangelio; por ello, puesto que la ética sexual se refiere a ciertos valores fundamentales de la vida humana y de la vida cristiana, a ella se han de aplicar de igual manera esta doctrina general.
De tal manera, la doctrina cristiana señala que todo acto genital humano debe mantenerse dentro del matrimonio, ya que Jesucristo, quiso que fuese estable la unión entre el hombre y la mujer y restableció esta misma unión a su primitiva condición, fundada en la misma diferencia sexual: “No habéis leído que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos serán una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre” (Mt 19,4-6), haciendo referencia el Divino Maestro al libro del Génesis (Gn 2, 24).
Por consiguiente, la unión carnal no puede ser legítima sino cuando se ha establecido una definitiva comunidad de vida entre un hombre y una mujer a través del sagrado vínculo del matrimonio, sacramento de vida, que comporta donación, ayuda mutua, procreación y educación de los hijos, culmen del amor esponsal.
El tema de la homosexualidad es bastante actual y viene siendo abordado cada vez con mayor empeño y regularidad por todos los medios de comunicación social, se le da cabida en los debates populares, siendo en la actualidad el tema “obligado”, en las películas, telenovelas, teatro y el mundo musical El activo "movimiento gay" reivindica derechos, reconocimientos e igualdad.
No es un tema ajeno a la humanidad, es más bien un tema muy extenso, habiendo muchos campos abiertos para su estudio científico, sin embargo, más allá de dar una respuesta desde la psicología o de la sociología, debemos abordarlo desde su misma fuente, base y fundamento para toda reflexión teológico-moral seria, que es la que nos compete: el estudio de lo que dice la Sagrada Escritura sobre esta problemática.
Existen 4 pasajes básicos sobre el tema en los textos veterotestamentarios tradicionalmente relacionados con la homosexualidad:
El pasaje sobre lo sucedido en Sodoma, ampliamente conocido lo encontramos en Gn 19, 1-13.
Los ángeles enviados por Dios para la destrucción de las malvadas ciudades del valle se hospedan en casa de Lot, el sobrino de Abraham. Cuando los habitantes de la ciudad se enteran, cercan la casa de Lot y piden a éste que les entreguen a los huéspedes para tener relaciones sexuales con ellos. Lot se niega y ofrece a cambio a sus hijas. Ante la creciente violencia de los sodomitas, los ángeles intervienen y ciegan a los habitantes de la ciudad. Como colofón de este episodio la ciudad es destruida.
Se recuenta en este pasaje sobre Gabaa algo similar al hecho narrado en Génesis sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra.
Un levita de camino hacia su destino, decide pasar la noche en Gabaa, localidad de la tribu de Benjamín. Allí es alojado por un anciano en su propia casa. Algunos habitantes de la población al enterarse de ello, piden al anfitrión les entregue al huésped para proceder, a lo que nuevamente, parece ser una violación en grupo.
Los otros dos pasajes a los que me referiré se encuentran en el libro de Levítico y, como lo detalla John Stott en su libro, “Homosexualidad ¿una opción cristiana?”, ambos están en el contexto de los códigos de santidad dados por Dios para el pueblo de Israel.
Estos códigos tenían como finalidad instar al pueblo de Israel, a guardar las leyes de Dios y no imitar ni a sus vecinos de Canaán ni de Egipto, el pueblo donde habían vivido en esclavitud. Ambos pueblos practicaban una amplia gama de relaciones sexuales a niveles no permitidos para los seguidores de Dios.
Los pasajes de Levítico dicen lo siguiente:
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No te acuestes con un hombre como si te acostaras con una mujer. Ése es un acto infame (Lv 18,22).
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Si alguien se acuesta con un hombre como si se acostara con una mujer, se condenará a muerte a los dos, y serán responsables de su propia muerte, pues cometieron un acto infame (Lv 20,13).
En el Nuevo Testamento, encontramos asimismo referencias sobre el particular en los escritos paulinos:
1. En la carta a los Romanos (1,18-32, podemos apreciar cómo el Apóstol hace una descripción de la perversión y corrupción del mundo clásico grecorromano. Los versículos 26 y 27 son los que abordan el tema de la homosexualidad, en ellos leemos:
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“Por eso, Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas. Incluso sus mujeres han cambiado las relaciones naturales por las que van contra naturaleza, y, de la misma manera los hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y arden en malos deseos los unos por los otros. Hombres con hombres cometen acciones vergonzosas, y sufren en su propio cuerpo el castigo de su perversión”.
| La siguiente cita paulina la encontramos en la Primera Carta a los Corintios (6, 9-10).
La referencia a la homosexualidad no aparece aislada, sino en el contexto de una serie de conductas que incapacitan para la entrada en el reino de Dios. San Pablo llega a afirmar: -
“¿No sabéis que los malvados no tendrán parte en el reino de Dios? No os dejéis engañar, pues en el reino de Dios no tendrán parte los que cometen inmoralidades sexuales, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los afeminados, ni los hombres que tienen trato sexual con otros hombres, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los tramposos”.
La última referencia del Apóstol la encontramos en la Primera Carta a Timoteo (1,8-11). El contexto del pasaje es una explicación que San Pablo hace acerca del propósito de la ley moral de Dios.
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“Sabido es que la ley es cosa excelente, si se aplica con rectitud. Sabido es también que la ley no está hecha para los buenos ciudadanos; está hecha para los malvados y los rebeldes, para los impíos y pecadores, para los sacrílegos y profanadores de lo santo, para los parricidas y los matricidas, para los asesinos, los lujuriosos, los homosexuales y los que trafican con personas, para los embaucadores y perjuros y, en una palabra, para todo vicio que se oponga a la sana enseñanza del glorioso mensaje de salvación que el bienaventurado Dios me ha confiado”.
Es de capital importancia para el progreso de la humanidad, tener una auténtica y sana comprensión sobre la doctrina sobre la sexualidad humana, sobre todo en estos últimos tiempos en que pareciera que hemos extraviado la noción de su verdadero significado.
La Doctrina a la que me refiero es a la enseñada por su Santidad Juan Pablo II sobre la materia, que ha sido divulgada en múltiples ocasiones a través de sus enseñanzas: Homilías, Cartas Pastorales, Cartas Encíclicas, Alocuciones y Discursos, etc. En esta ocasión enfocaré el desarrollo del tema basándome en: “Amor y Responsabilidad” y en el ciclo de catequesis que van desde Septiembre de 1979 hasta Febrero de 1982 “Matrimonio y Familia”.
Para comprender las razones y fundamentos de la doctrina de la sexualidad habrá que conocer los siguientes conceptos fundamentales:
1. Concepto de UNIDAD de la persona humana.
2. Concepto de SEXUALIDAD humana.
3. Concepto de SIGNIFICADO PERMANENTE de la sexualidad humana.
Concepto de UNIDAD de la persona:
El punto de partida para comprender este concepto, es una simple experiencia: Todos nosotros tenemos la conciencia de realizar actividades diversas entre sí: comer, rezar, realizar cálculos matemáticos, miedo ante el peligro... comer es distinto que rezar, realizar cálculos matemáticos no tiene nada que ver con el miedo... pero es el mismo e idéntico sujeto el que come, reza, realiza cálculos de matemáticas y tiene miedo. Esta realidad nos dice que tenemos una pluralidad de actividades, y somos uno mismo el que las cumple. ¿Cómo se puede explicar que el mismo sujeto es capaz de realizar actividades así de diversas? ¿Cómo explicar esta IDENTIDAD y esta DIVERSIDAD?
Esto es la UNIDAD de la persona.
El acto que más revela el misterio de la persona humana es EL ACTO LIBRE. Lo que caracteriza un acto libre es que fuera de sí mismo no tiene presupuestos que expliquen su realización, esto se explica, ya que, todas nuestras facultades de actuar están dominadas por la voluntad que es la reina de nuestras facultades. Si no quiero entender, no entiendo; si no quiero escuchar, no oigo... etc. Nos podemos preguntar: Y la voluntad, ¿De qué depende? La voluntad no depende de nadie sino de sí misma, por lo tanto, es cierto que ella quiere lo que conoce, de tal suerte, que todas las facultades están dominadas por la voluntad, porque si bien, sólo puedo querer lo que entiendo, muy bien puedo entender todo y no querer nada. Comprendo porque simplemente quiero comprender, ya que la voluntad en su ejercicio no depende más que de sí misma, no es movida más que por sí misma.
Un acto libre no depende de nadie que explique su realización, por ello, se explica, que la dependencia que tenemos de Dios fortalece esta libertad, no la destruye sino que la afirma. El acto de mí liberad revela la persona como un sujeto INDEPENDIENTE; por ejemplo: La biología nos enseña que una planta, organismo viviente, es una composición de muchos elementos ordenados según leyes precisas. La planta es algo unitario, pero su unidad depende de la composición de varios elementos. En el caso de que alguno de sus elementos se descomponga o afecte las leyes que gobiernan esta composición, el organismo muere. La planta no es independiente porque depende de la unión de varios elementos, así, si se descompone un elemento, el ser de la planta muere. En filosofía se diría que, en este caso la planta no existe en sí misma sino en los elementos que la componen.
La persona es un objeto independiente.
Existe un viviente que no sea el resultado de la composición de muchos elementos. Existe una realidad X que no depende de la composición que lo hace, es decir, no puede morir, es inmortal, existe en sí mismo, por sí mismo. Esta realidad X se llama: ESPÍRITU.
Ahora bien, ¿Qué significa el ESPÍRITU? Es un individuo que existe en sí mismo y por sí mismo, consecuencia: no puede morir, es inmortal. Un individuo espiritual simplemente se llama PERSONA, y la persona es un sujeto espiritual que existe en sí mismo y por sí mismo, independiente, porque no depende de elementos que lo componen, es inmortal. Todo muere, todo va a terminar, hasta la cúpula de San Pedro, lo único que no terminará es la persona, sólo un ser personal es mayor que el universo. El mundo entero tiene un valor menor que la persona.
Aquí comienza un problema teológico, porque entre las personas: los ángeles, incluso en las 3 personas de la Santísima. Trinidad y la persona humana, existe una totalmente única: La Persona Humana, porque no es simplemente un sujeto espiritual. Para los filósofos no hay problema en explicar el ser angélico o aún el misterio de la Santísima. Trinidad, puesto que son seres espirituales, el problema es la persona humana, porque ser persona se identifica con ser "espíritu" y la persona humana tiene un "cuerpo".
TEORÍAS DE LA PERSONA HUMANA:
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La persona humana no es su cuerpo, TIENE un cuerpo pero NO ES SU CUERPO, porque el cuerpo no puede ser persona. La persona humana no es unidad porque es un espíritu que tiene cuerpo, y éste es un "instrumento" del cual la persona humana se sirve. El cuerpo no es el sujeto.
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El cuerpo humano ES PERSONA, NO TIENE sino que ES su cuerpo. Es una UNIDAD de espíritu y cuerpo. Es un sujeto porque existe en sí mismo y por sí mismo en un cuerpo.
Veamos dos ejemplos que nos pueden aclarar estos conceptos: Si hacemos un análisis químico de un trozo de mármol y de la Piedad de Miguel Ángel, el resultado es idéntico. ¿Por qué entonces tanto cuidado con La Piedad?... porque no es como los otros mármoles, éste es expresión de una inspiración profunda. Este mármol da cuerpo, hace visible una inspiración profunda y espiritual, y en este caso religiosa. Si tengo el cuerpo de un perro y de un hombre y les hacemos un análisis anatómico, muchas veces los resultados de ambos son iguales. ¿Qué es lo que hace Humano un cuerpo? El "simple" hecho de que este cuerpo es de una persona, es decir, expresa, hace visible un sujeto espiritual. El cuerpo es persona y la persona ES su cuerpo.
Esto es lo que hace que la sexualidad sea humana y no simplemente animal.
La UNIDAD de la persona humana significa que la persona humana ES una persona-cuerpo, y que el cuerpo humano ES un cuerpo personal. La persona ES una persona corporal y el cuerpo humano es un cuerpo personal. Esto significa LA UNIDAD DE LA PERSONA.
Concepto de SEXUALIDAD humana:
Cuando se dice sexualidad humana se indica:
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Genitalidad que es la situación "biológica" de la persona: varón o mujer.
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La configuración "psicológica" masculina y femenina de la persona.
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La configuración "espiritual", varón o mujer.
Es de singular atención la forma como la escritora Edith Stein ha tratado el tema en sus escritos, acerca del espíritu masculino y el espíritu femenino, lo que ameritaría un estudio por sí sólo; pero volviendo a nuestro tema y dándole seguimiento a lo tratado, podemos ver como el punto de vista que reúne estos tres aspectos de la persona es el punto de vista “ético”, el cual nos dice que es bueno el ejercicio de la sexualidad cuando la persona humana se realiza como tal en dicho ejercicio.
No hay ninguna diferencia "biológica" en lo que ocurre en una unión sexual legal y en una adúltera. Desde el punto de vista "ético" SI, porque en el segundo caso no es un acto que realice a la persona humana en su espíritu, por las siguientes razones:
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Dios, autor de la sexualidad humana, ha querido imprimir en ella su proyecto.
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Dios ha querido prescribirnos su proyecto a través del hombre y la mujer.
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Existen hombres y mujeres concretos que deben leer en su sexualidad este proyecto divino.
El significado permanente de la sexualidad humana
¿Por qué ha querido Dios crear al varón y a la mujer sexuados?
La fe y la historia nos dicen que la persona humana, su sexualidad, se ha encontrado en 3 condiciones fundamentales:
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El estado de antes del pecado original.
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El estado de pecado.
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El estado de sexualidad redimida por Cristo.
De tal manera que, la catequesis del Santo Padre se divide en 3 partes:
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La sexualidad humana al principio
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La sexualidad humana perturbada por el pecado.
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La sexualidad humana redimida por Cristo.
La sexualidad humana al principio.
Estado de justicia original. (Gn, 2-18a 25).
"No es bueno que el hombre esté sólo, voy a hacerle una ayuda proporcionada a él."
Esta concepción de justicia originaria se perdió para siempre por el pecado. ¿Qué hacer entonces? La doctrina de la Iglesia nos dice que este estado de justicia originaria no se ha destruido por completo, ya que el pecado no ha corrompido totalmente a la naturaleza de la persona humana y por ello, el estado originario de la persona humana permanece.
Cada hombre y cada mujer viven una experiencia muy profunda que nos dice que esa enseñanza de la Iglesia es verdadera.
Esta experiencia es: Ninguno de nosotros sufre por no tener alas como los pájaros, incluso, nos gustaría tener alas, pero no hay sufrimiento por no tener alas. Por el contrario, si una mujer no es tratada como persona, sino como objeto de disfrute en la relación sexual incluso por su esposo, experimenta un profundo dolor espiritual, el cual no experimenta si no tiene alas. ¿Por qué no expresa el deseo sincero de tener alas, y sí el deseo - necesidad de ser amada?
Tener alas no es una exigencia de la persona humana, ser amado sí. Es algo que lleva escrito en sí mismo, por ello, cada hombre-mujer lleva en sí mismo la conciencia de su dignidad, y cuando, como ahora está deteriorada, siente una nostalgia, y en ese momento siente y se sabe “usada” como una “cosa”, por ello conoce que este trato lesiona su dignidad de persona.
¿En qué consiste esta belleza originaria?
El proyecto originario de Dios sobre la sexualidad humana
La soledad y la unidad originaria: "No es bueno que el hombre esté sólo".
La persona humana se encuentra en una soledad originaria, esta se manifiesta en la imposibilidad del hombre de tener la experiencia de COMUNION: "entre todos ellos no había ayuda semejante a él", imposible una comunión ya que la relación que había con los animales era de DOMINIO, posesión, pero no le permitía al hombre salir de su soledad ¡No se resuelve el problema de la soledad del hombre por la posesión de cosas!
"No es bueno..." Dios ve una negatividad, no es que lo que ha sido creado por Dios sea malo, pero se ha de comprender un estado negativo de necesidad, de indigencia... la imposibilidad de establecer una relación personal con otro, de comunión; la soledad, el aislamiento, la no efectividad de otra persona.
SI NO SE EXISTE EN UNA RELACIÓN CON OTRA PERSONA, NO SE ALCANZA LA PLENITUD DE LA PROPIA HUMANIDAD.
Es en este contexto que la revelación bíblica coloca a la mujer, es decir, en la diferencia sexual: a) El hombre en soledad b) Necesita otra persona -la diferenciación sexual c) Dios crea a la mujer.
Después de que el hombre ve a la mujer, pronuncia sus primeras palabras: el primer cántico de amor, la primera serenata que la humanidad ha tenido: El hombre tiene al fin con quien hablar, con quien reconocerse y construir una COMUNIÓN.
Descubre el hombre su vocación a la unidad con la mujer, a través de la reciprocidad sexual y en la reciprocidad sexual. El cuerpo manifiesta, hace visible la feminidad para la masculinidad, y la masculinidad para la feminidad, y así manifiesta la llamada a la comunión en el don de sí.
Sienten que son llamados el uno para el otro. A través de la sexualidad se expresa la comunión, por el cuerpo, expresión de la verdad más profunda de la persona humana, la llamada a la comunión.
EL SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD ES EL QUE LE INDICA SU SENTIDO Y SU DESTINO EN LA DONACIÓN DE SÍ MISMO AL OTRO: UNO CON UNA.