Tomad, esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre...
Mc 14,12-16.22-26
Durante siglos algunos han dado mil vueltas a estas palabras. Han querido quitar de ellas todo lo que suena a exigencia. Han tratado de dar otra interpretación diferente de la católica a las palabras de Cristo. Sin embargo, es la fe de la Iglesia, durante 2,000 años, que Cristo realmente está presente en la Eucaristía. No dijo "Esto parece o simboliza mi cuerpo" sino "Esto es mi cuerpo".
Si aceptamos que Cristo realmente está presente en la Eucaristía, entonces es una razón muy fuerte para ir a Misa los domingos y comulgar. Cristo se ha hecho Eucaristía para alimentarnos espiritualmente. En cierto sentido nos hacemos “co-corpóreos" y "co-sanguíneos" con Cristo.
Cristo se ha hecho Eucaristía para estar con cada hombre de una manera personal y total. Allí, en el sagrario, está a la disposición de todo hombre.
“Nos dejaste tu último recuerdo palpitante y caliente, a través de los siglos, para que recordáramos aquella noche en que prometiste quedarte en los altares hasta el fin de los tiempos, insensible al dolor de la soledad en tantos sagrarios".
Cuando tenemos una dificultad, en vez de sumergirnos en nosotros mismos, deberíamos visitar a Cristo en el sagrario. Allí está el amigo, el médico, el hermano que quiere y puede ayudarnos.
La Misa no debe ser una obligación pesada sino una cita con la Persona que más me ha amado y más me ama. Cuando uno escucha esta pregunta: "Padre, ¿por qué la Iglesia nos obliga a ir a misa los domingos?", uno sabe que esa alma concibe la religión de una manera legalista. Sólo le falta preguntar: "Padre, ¿qué es lo mínimo que debo hacer para poder entrar en el cielo?"
"Cada vez que le conozco (a Cristo en la Eucaristía), me entra un deseo más y más grande de poseerle. Me pasa lo que al hidrópico, que mientras más bebe, mayor es su sed. ¡Quién me diera poder saciarme de Él! Pero aún no llega la hora”
Puedes hacer una visita fervorosa al Santísimo.