Dos amigos discuten. ¿El tema? La prensa acaba de publicar acusaciones contra un famoso hombre del mundo de la banca. Le llamaremos simplemente “Fulano”.
Quienes antes lo alababan y se declaraban “amigos”, dejan de lado, poco a poco, al acusado. Los enemigos se ensañan contra el gobierno, contra el acusado, contra los bancos. Un juez ha abierto un expediente y pronto iniciará el juicio.
-Parece mentira. Fulano, al que muchos tenían por honesto, ya ha mostrado lo de siempre: que quien con dinero anda no tarda en corromperse.
-Yo no estoy tan seguro de lo que dices. En primer lugar, porque no todo lo que dicen los periódicos es verdad...
-¿Cómo dices? ¿Dudas de la honestidad de los periodistas? Además, un juez está empezando la investigación.
-No manipules mis palabras: digo sólo que no todo lo que sale en la prensa es verdad.
-Pues bueno, al menos reconocerás que si Fulano llegó tan arriba es porque se manchó las manos. En esta vida nadie triunfa si no hace trampas.
-Tampoco te acepto eso. No es ley matemática que el ascenso sea idéntico a la corrupción. Han existido y existen políticos honestos y banqueros que no han robado ni un billete.
-No seas ingenuo: honestidad y política son incompatibles.
-¿De verdad crees eso? Más bien pienso que en la política, como en todas partes, hay gente buena y gente mala. Pensar que todo político es matemáticamente corrupto es hacer un juicio temerario.
-Ahora me llamas mentiroso y me acusas de juicio temerario... ¿En qué mundo vives? Fíjate en X, en Y, en Z... No me negarás que son unos ladrones.
-Ni te lo niego ni te lo admito. Prefiero, en estos temas, no decir nada de nadie si no tengo informaciones de primera mano.
-Entonces... ¿tú crees que la gente es buena hasta que no se pruebe lo contrario? No llegarás muy lejos.
-Más bien pienso que no llega muy lejos el que piensa lo contrario. En el mundo hay más gente buena de la que nos imaginamos. También en el mundo de la política y de los bancos.
-Pero un juez acaba de abrir un expediente... No me dirás ahora que los jueces también se equivocan como los periodistas.
-El abrir un expediente significa que se va a juzgar el caso, pero eso no es lo mismo que decir que alguien es culpable. Hemos de superar esa mentalidad de que un acusado es, por el hecho de ser acusado, culpable. Prefiero más bien suponer que todos son inocentes hasta que se pruebe lo contrario.
-De verdad, nunca creí encontrar a alguien tan ingenuo...
-Tengo como máxima algo que dijo un sacerdote al que estimo mucho: preferir equivocarse “mil veces obrando la justicia en el amor antes que condenar o difamar una sola vez en falso”.
-Pues yo prefiero apartarme de cualquier persona que ofrezca la menor brizna de sospecha y vivir tranquilo, en vez de confiar en que todos sean buenos. Además, según tu amigo nadie sería culpable...
-Veo que te gusta manipular lo que dicen otros. No digo que no haya nadie que sea culpable. Digo simplemente que no quiero acusar a nadie equivocadamente. O, si prefieres, que me gustaría más equivocarme siendo “ingenuo” a equivocarme acusando a alguien de delitos que nunca ha cometido.
-No pensé que serías tan testarudo. Espero que la vida te haga más despierto, pues no llegarás muy lejos si sigues como ahora.
-No me importa verme engañado alguna vez por no escuchar calumnias y sospechas infundadas. El mundo no lo construimos a base de intrigas y de miedos, sino desde la confianza mutua y, sobre todo, desde el amor. Y, si me permites dar un paso más, también desde el perdón.
-¡Y ahora me sales con el perdón! Primero me dices que ves a todos como inocentes hasta que se pruebe lo contrario... Ahora me dices que hay que perdonar a los culpables. ¿Es que los asesinos no deben ir nunca a la cárcel?
-Por favor, no manipules lo que digo. He dicho que hay que perdonar, también al delincuente, sin que eso sea sinónimo de dejar en libertad a los criminales o no hacer pagar a los malhechores sus delitos. Es posible encerrar en la cárcel a un asesino, tras un juicio y, al mismo tiempo, darle nuestro perdón más sincero.
-Te dejo, pues quiero leer qué dicen hoy los periódicos sobre el caso de Fulano.
-Pues hasta pronto, si Dios quiere. Yo voy a rezar por ese hombre, pues no es nada fácil ver que todos te señalan con el dedo. Si alguna vez me pasase esto a mí, ¿podría al menos contar con tu afecto y compañía?