Muchas veces nosotros, fieles católicos, nos vemos preocupados y hasta nos sentimos inquietos, por el curso de los acontecimientos a los que asistimos dentro y fuera de la Iglesia, de nuestra patria y del mundo o aldea global.
Nos cuesta entender y mucho más asumir la realidad de tanta miseria, injusticia, corrupción, prevaricación y materialismo como pulula a nuestro alrededor. Parece que todo carece de sentido o que las fuerzas del mal son las que dirigen y se han apoderado de los acontecimientos, desplazando a Dios, como el único Señor de la Historia y conductor de los destinos de la humanidad.
Convendría no dejarnos impresionar ni por el pesimismo ni por la desesperanza. Todos deberíamos cultivar más el sentido de la esperanza cristiana. Los textos sagrados de la Palabra de Dios, que anuncian los acontecimientos de los últimos tiempos, nos impulsan a poner toda nuestra confianza en Dios. “Ni un solo pelo de vuestra cabeza caerá sin permisión divina...Alzad vuestras cabezas se acerca vuestra liberación..El Señor está cerca y viene a salvaros”.
El último día del año litúrgico, leíamos en el breviario un texto no muy conocido del apóstol san Judas, que por su expresividad, nos ilumina acerca de lo que pasa a nuestro alrededor. No me resisto a trascribirlo:”Acordáos, hermanos, de lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Ellos os decían que en el tiempo final habrá quienes se rían de todo y procedan como les dictan sus deseos impíos. Son estos los que se constituyen en casta, siendo hombres de instintos y sin espíritu. Vosotros en cambio, queridos hermanos, idos asentando sobre el cimiento de vuestra santa fe, orad movidos por el Espíritu Santo y manteneos así en el amor de Dios aguardando a que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os dé la vida eterna”