Madre Teresa de Calcuta, modelo de entrega y servicio a los más pobres entre los pobres, nunca- que se sepa- se metió en berenjenales de teologías de la liberación, ni acusar a la Iglesia, de la que ella se sentía humilde servidora, de machista o discriminadora de la mujer o detentadora de poder antievangélico.
Va siendo hora de que los que nos sintamos cristianos -católicos, dejemos de arremeter inmisericordes contra la Institución y nos pongamos a trabajar, codo con codo y de verdad, por los POBRES.
Por si todavía alguno no se ha enterado, POBRE-según el evangelio- no es solamente la persona que carece de dinero, sino también de salud, cultura, amor, compañía, y sobre todo vive en pecado sin gracia de Dios etcétera.
En la Iglesia de Jesús nadie sobra de los que viven unidos a El por la fe y el bautismo y reconocen al Papa como vicario y representante suyo, con la santa preocupación de sumar y no dividir a los que profesan idéntica fe y amor a Dios y al hermano.