Supersticiones
Unas de las prácticas que van
debilitando nuestra fe es la superstición. Hoy en día, más que en otros tiempos,
esto se ha extendido a una gran cantidad de cristianos. Se cree en las "patas de
conejo" como portadoras de "buena suerte", se nos olvida que la suerte no
existe, pues la Escritura dice que "todo coopera para bien de los que aman al
Señor"; hay quienes portan talismanes (Ojos de venado, pirámides, etc.) y otros
amuletos para prevenir el "mal", sin tener en cuenta que como dice la Escritura:
"Nuestro auxilio es el Nombre del Señor". Entre las nuevas formas de
superstición se ha extendido el "enviar cadenas" las cuales consisten en copiar
y enviar un número determinado de cartas (e-mails) en las que se ofrecen una
serie de beneficios y bendiciones que Dios concederá si se continúa la "cadena";
por el contrario, el no continuar la cadena, advierte sobre una serie de
calamidades que atraerá consigo sobre la persona que negligentemente no envíe
las cartas (poniendo en ambos casos ejemplos de personas que se vieron
favorecidas o desgraciadas según sea el caso). Quienes inician o continúan con
estas cadenas han olvidado que "Dios envió a su Hijo para salvar y no para
condenar" y que nada, absolutamente nada, puede condicionar a Dios, quien es
libre para darnos lo que él sabe que es bueno para nosotros. La fuerza del
cristiano, en su petición a Dios, es un corazón puro y una oración humilde.
Creer que una carta CONDICIONARA a Dios a darnos lo que le pedimos nos hacen ver
como personas ignorantes creyentes en un Dios que no puede salvar y que no nos
ama… por lo cual es pecado grave contra el primer mandamiento. "El primer
mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del Único Señor que se ha revelado
a su pueblo. Proscribe la superstición y la irreligión. La superstición
representa en cierta manera una perversión, por exceso, de la religión. La
irreligión es un vicio opuesto por defecto a la virtud de la religión." CIC
2110. y 2138