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¿Sólo para adultos o "sólo para pervertidos"?

Es viernes por la noche. ¡Viva! ¡Llegó el fin de semana! En muchos países la jornada laboral no contempla ya el horario sabatino –en Europa hay ciudades que tienen una semana laboral de 38 horas- y el fin de semana comienza el viernes después de las dos de la tarde. No hay tareas que revisar, prisas para llevar a los niños al dentista, tenerles preparada la cena o bañarlos y meterlos en cama a buena hora. Podemos aflojarnos la corbata pues la oficina o el despacho no se abre sino hasta el lunes y delante de nosotros se nos presenta un largo fin de semana para descansar.

Decía León XIII en su encíclica Rerum novarum: “No es justo ni humano exigir al hombre tanto trabajo que termine por embotarse su mente y debilitarse su cuerpo”. Por ello, ¡bienvenido el fin de semana! ¡Bienvenidas las formas de descanso del siglo XXI!

El teatro o el cine ayudan a nuestro descanso. Abrimos las páginas dedicadas a dichos espectáculos y consideramos las opciones que se nos ofrecen. Hay espectáculos para disfrutar en familia. ¿Quién no se siente tentado de volver a reír con las aventuras de personajes tan famosos creados por Walt Disney? Ver sonreír a nuestros hijos puede ayudarnos a descansar y a fortalecer los lazos familiares. Toda la semana fuera de casa y ahora un sábado en la tarde gozar de la compañía de papá, mamá y hermanos puede ayudarnos a restaurar las fuerzas perdidas y a prepararnos para seguir trabajando o estudiando con entusiasmo durante la siguiente semana.

Pero... seamos realistas. En la cartelera sabemos que hay ciertos espectáculos de gusto dudoso que se anuncian bajo el título de “Sólo para adultos”. Está bien, por ejemplo que “Monólogo de un loco” de Gogol se anuncie bajo ese título. Es una pieza magnífica de teatro ruso, pero cuya trama está reservada para adultos por la problemática y la forma en que lo trata. Contemplar a un solo actor en escena durante más de una hora, sufriendo y llorando con él en su metamorfosis hacia la locura puede ser difícil de entender para un niño o un adolescente.

Pero ¿qué podemos pensar cuando bajo el título de “Sólo para adultos” se esconden espectáculos en los que sólo se quiere explotar el cuerpo de la mujer o más recientemente, el cuerpo del hombre? ¿Espectáculos en los cuales el sexo se maneja como una mercancía que se vende al mejor postor? ¿Por ser adulto pueden presenciarse estos espectáculos?

La adultez no es más que la coherencia de vida. Se es adulto cuando se es coherente en la vida diaria con los principios en los que uno ha fincado su existencia. El adulto católico lo es cuando en cada uno de sus actuares diarios pone en práctica los principios de su fe católica. Así de sencillo y así de grandioso. La adultez católica no se resuelve con grandes fórmulas teologales aprendidas de memoria ni con un fervorín que se siente muy dentro del pecho cuando damos alguna limosna a un pordiosero. No con esto digo que no valga la formación o el ayudar de vez en vez a un pobre que nos sale al camino. La adultez católica queda demostrada a cada minuto cuando son los principios de nuestra fe los que guían cada una de nuestras decisiones y acciones.

Así, si para los días de descanso tengo varias opciones, escogeré la que vaya más de acuerdo con mi fe. ¿Qué otra cosa me puede ofrecer un espectáculo de los llamados "sólo para adultos" sino la excitación de mis sentidos y de mis instintos? ¿Va eso de acuerdo con mi adultez católica? Yo creo que no. Se nos puede decir que debemos ser maduros y ver esos espectáculos con buenos ojos. Pues el católico maduro sólo tiene dos ojos y por más bondad que ponga en su mirada no puede ser un ángel al contemplar cierto tipo de espectáculos. 

Entonces, ¿habría que clasificar esos espectáculos "sólo para pervertidos"? La perversión es la mutación de lo bueno por lo malo. El sexo no es malo. Los instintos y la pasión sexual tiene un fin bueno: están puestos para ayudar al hombre en su tarea sublime de ayudar a Dios en la creación, trayendo nuevos seres al mundo y uniendo más los cuerpos y las almas de los esposos. Los pervertidos son los que trastocan estos fines y se quedan sólo con el aspecto sexual como un juego, como una cosa que se puede vender como cualquier artículo de supermercado. Ahí está la perversión: cambian la finalidad del sexo.

No. No creo que los espectáculos que se rotulan con el título “Sólo para adultos” deban ser clasificados como “Sólo para pervertidos”. Quienes deben ser clasificados con ese título son los que promueven dichos espectáculos.

“... la pornografía... al explotar la fragilidad de los débiles pretende llenar el vacío espiritual que se ha venido a crear” (Centesimus annus, de Juan Pablo II número 36).