A cualquier persona normal, que no esté ciego por prejuicios ideológicos, le parecerá una medida contraproducente y una incitación descarada a la práctica del sexo entre adolescentes, la medida progresista adoptada por la Generalitat.
Como si no fuera suficiente la propaganda del preservativo con la campaña del “póntelo y del pónselo” que multiplicó los embarazos indeseados, ahora echan gasolina al fuego y juego juvenil, con el regalo gratis de la píldora del día después.
Sólo un desconocimiento resupino de la sicología de los adolescentes o quizás, lo que es peor, una medida intencionada para corromper moralmente a la juventud, ha podido presentar este nuevo plan como remedio para los embarazos no deseados.
No hace falta ser adivino para pronosticar, a breve plazo, el aumento de embarazos entre adolescentes con las gravísimas consecuencias de abortos y problemas traumatizantes que sobrevendrán a los jóvenes y a sus familias.
Tal plan proclive a la trivialización progresiva de la sexualidad irresponsable entre incautos, será fuente de disgustos, malestar, frustración y enfermedades síquicas para los adolescentes. Al tiempo.
Más valdría que el dinero empleado en tales inventos se emplease en programas de educación en valores humanos y trascendentes a los precoces adolescentes que se creen seguros en sus juegos sexuales. Más vale prevenir que llorar.