Raíces de la división (I)
Pbro. Roberto Visier C.
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Nos lamentábamos de la triste división que existe entre los cristianos. Es necesario ahora acudir a la historia para descubrir el origen de semejante escisión, de modo que aprendiendo de la historia, podamos dar una respuesta a la pregunta que muchos se deben hacer: ¿Cómo se llegó a esta situación?
Nos lamentábamos de la triste división que existe entre los cristianos. Es necesario ahora acudir a la historia para descubrir el origen de semejante escisión, de modo que aprendiendo de la historia, podamos dar una respuesta a la pregunta que muchos se deben hacer: ¿Cómo se llegó a esta situación? Prescindiremos de las pequeñas herejías que siempre han existido en la historia del cristianismo. Pequeños movimientos disidentes de la fe oficial de la Iglesia que se desinflan con el tiempo desapareciendo o teniendo una presencia meramente anecdótica. También excluiremos el gran Cisma de Oriente que separó a la llamada Iglesia Ortodoxa oriental y que, aunque separada de la autoridad del Papa de Roma, se mantiene fiel en lo esencial a la tradición cristiana sobre la fe, los sacramentos, etc. y está en la actualidad teniendo un progresivo acercamiento a la Iglesia Católica. Además su presencia en América Latina es poco relevante.
Lo que nos interesa es la REFORMA PROTESTANTE que fue iniciada por un sacerdote y monje agustino alemán llamado Martín Lutero que vivió en el siglo XVI. La “protesta” comienza cuando pegó en las iglesias de Wittenberg 95 tesis en contra del modo como el Vaticano estaba recaudando fondos para la construcción de la Basílica de S. Pedro y otras cuestiones sobre la autoridad del Papa y los sacramentos. Ante la negativa de retractarse, tras varios intentos por parte de las autoridades eclesiásticas, el Papa se ve obligado a excomulgarlo en 1521. Lutero recibe el apoyo de algunos príncipes alemanes que ven en él la oportunidad de distanciarse del dominio del emperador español Carlos V. La idea es separarse en lo religioso para conseguir la autonomía política. Así por razones políticas se afianza la herejía luterana y alcanza dimensiones insospechadas.
El sacerdote Ulrico Zuinglio en Suiza y en Francia el laico Juan Calvino, imitando la actitud de Lutero en Alemania, invitan al pueblo a la separación de Roma, a la supresión del celibato sacerdotal, del sacerdocio, de la Misa, etc. El grito de protesta de los tres reformadores es seguido por parte del pueblo que capta los problemas internos de la Iglesia católica: ignorancia y relajación de costumbres entre el clero, ambición de los obispos. La necesidad de reforma era patente.
Sin embargo ¿era la división del cristianismo en dos bandos enfrentados la solución al problema? Esto conduciría a las terribles guerras de religión de la segunda mitad del siglo XVI en las que tanto protestantes como católicos regaron de sangre Europa. Mas aun, para sacar al clero y al pueblo católico de su relajación moral ¿había que apartarse de la tradición multisecular del cristianismo y negar los sacramentos, la autoridad del Papa o el dogma del Purgatorio? Otros muchos grandes sacerdotes de la época con total fidelidad a la autoridad de los obispos y del Papa, sin cambiar la fe, con un ejemplo de vida santa y un gran deseo de reforma de la Iglesia, emprendieron una labor maravillosa que contribuyó al éxito de lo que luego, promovido por los Papas y el Concilio de Trento se llamó la Reforma católica. Recordemos algunos de estos gigantes de la fe que son una demostración clarísima de que, en medio de la crisis que vivía la Iglesia de Cristo, los frutos de santidad eran abundantes: S. Juan de Avila, S. Juan de Dios, S. Ignacio, S. Juan de la Cruz, Sta. Teresa de Jesús, S. Vicente de Paul, S. Felipe Neri, etc.
Quizás sin pretenderlo Lutero había sembrado la división más terrible, había producido una reacción en cadena de división y odio sin precedentes entre los cristianos, una herida que en quinientos años no ha sanado todavía..(continuará)