Todas las celebraciones del Año Litúrgico, pero especialmente la Cuaresma y Semana Santa ,convergen y culminan con la fiesta principal del calendario: la Pascua. No hay celebración más importante en la Iglesia para los cristianos, que la fiesta de la Resurrección de Cristo.
Para gran parte de españoles, en vacaciones, esta fiesta pasa casi desapercibida y no le dan la importancia que la liturgia de la Iglesia le asigna , considerándola la “fiesta de las fiestas” y "la solemnidad de las solemnidades".
Quizás se deba a la propaganda consumista, que, todavía, no ha manipulado ni explotado comercialmente este tiempo sagrado, como, por desgracia, ha pasado con otras fechas del calendario cristiano.
Casi camuflada por las vacaciones, la cultura del ocio, los viajes y fiestas de primavera, los cristianos conscientes, deberían esforzarse en dar realce e importancia a esta singular celebración. No tiene mucho sentido participar en las procesiones y cultos de Semana Santa y luego, practicar el absentismo en Pascua. En este tiempo, más que en las fechas navideñas, se debería felicitar las Pascuas y prorrumpir en el grito incontenible del ¡Aleluya¡. Porque Cristo nuestro hermano vive y ha resucitado, lo celebramos gozosos y alegres y nos deseamos unos a otros FELICES PASCUAS.