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¡Para ganar de verdad!

Ganar
una competencia puede ser muy gratificante y estimulante para
cualquiera. Sin embargo, los buenos resultados no siempre se logran.
Después de un fracaso en una competencia deportiva, es frecuente que
los pequeños no quieran volver a participar, por miedo a una nueva
derrota.

Para los niños en edad escolar, lo más importante son sus amigos y
padres, por lo que es relevante ser bien valorados por ellos, tener
popularidad entre sus compañeros, contar con éxito académico o ganar
las competencias deportivas. Cuando no logran esos objetivos, se
sienten sumamente frustrados.

Lo importante es hablar de los errores, hacer una reflexión en
torno al fracaso y asumir que los obstáculos son parte del aprendizaje
y de la vida. Si no se realiza ese proceso, lo más probable es que
cuando se enfrenten a la misma situación, cometan los mismos errores.

Además, los niños deben fijarse metas de acuerdo con sus
posibilidades y tratar de competir siempre consigo mismos y no con los
demás.

La influencia de los padres

La reacción

Recomendaciones antes de una competencia

La influencia de los padres

Es fundamental la actitud que tengan los adultos cercanos hacia el
niño. La familia es la que enseña las metas importantes y los
fundamentos de la vida.

Por lo general, todos los padres se preocupan por la formación
armónica de sus hijos. Sin embargo, muchos caen en exigencias excesivas
que lo único que logran es que el niño sufra. Es frecuente que los
padres tengan altas expectativas que van más allá de lo que los menores
pueden dar, afectándoles en su desarrollo personal.

Si bien hay menores que lloran o se retraen ante el fracaso,
también hay padres que no saben cómo reaccionar porque les da vergüenza
que sus hijos pierdan en una competencia.

Por eso, lo importante es que los niños superen sus propias metas y
no se comparen con el resto de los niños, ya que por querer responder a
sus padres los niños se angustian, se ponen excesivamente nerviosos y
los resultados son justamente contrarios a los esperados.

Mientras los padres no se desesperen o se angustien fácilmente ante
un fracaso, van mostrando a sus hijos que es posible reaccionar en
forma adecuada.

La reacción

Ante la derrota, todos los niños reaccionan de manera diferente. En
ocasiones se retraen, se molestan con sus amigos, hacen pataletas,
lloran o no quieren competir nuevamente por miedo a volver a fracasar.

Las reacciones dependen mucho de las características individuales
de cada uno. Hay niños que por su temperamento y constitución son más
equilibrados y más tranquilos ante las situaciones de fracaso y hay
otros que hacen berrinches por cualquier motivo. Mientras más pequeños
son los niños, menor es la tolerancia a la frustración.

No hay que caer en el error de evitarles cualquier fracaso o
frustración a sus hijos para hacerles una vida feliz. Si todos los
deseos, las necesidades y las ilusiones son satisfechas, el niño no
adquiere el entrenamiento necesario para enfrentar una derrota.

En conclusión, lo importante no es evitar la frustración, sino
aprender a vivirla y saber cómo manejarla y superarla. Es bueno sacar
los aspectos positivos y los aprendizajes necesarios de esa
experiencia.

Recomendaciones antes de una competencia

Primero: Los padres deben enseñar a sus hijos a reconocer el
esfuerzo que realizan a lo largo del entrenamiento y los logros que van
adquiriendo día con día.

Segundo: Es aconsejable que muestren a sus hijos que lo importante
no siempre es ganar, sino participar y pasarla bien. Además, exigirles
metas con un sentido real, apegadas a las posibilidades y
potencialidades de cada uno.

Tercero: Se debe fomentar en los hijos que no todo depende de un momento efímero, como puede ser un éxito o una derrota.

Cuarto: Es recomendable que los papás apoyen a sus hijos en las
competencias deportivas, y que luego de un juego les refuercen su
participación con una actitud acogedora, para incentivarlos a seguir
participando.

La autora es Licenciada en Psicología y trabaja en el Departamento de Psicología de centros escolares.