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Nueva catedrales

Han surgido como por ensalmo, de la noche a la mañana, en la periferia de las grandes ciudades. Claras, luminosas, modernas, funcionales. Su ritmo de construcción ha sido y es imparable. Con estupendas vías de acceso. Ubicadas en puntos estratégicos de comunicación. Con amplios aparcamientos, que apenas dan abasto. No necesitan grandes ni costosos reclamos. La gente acude como moscas para solazarse y lograr gratificación y felicidad.

Su coste de inversión ha sido multimillonario. Funcionan abiertas, mañana, tarde y parte de la noche. Algunos sectores de las mismas, hasta altas horas de madrugada. Los domingos y festivos, apenas hay sitio para el acomodo. Cubren las necesidades más apremiantes y exigentes del hombre y la mujer modernos. Se han construido para el “homo consumísticus”. Allí se encuentra en ellas, como pez en el agua. No falta de nada para comprar y pasarlo bien. Hay amplios espacios para alimentación, vestimenta, caprichos, moda, diversión, ocio, restauración, gimnasios, cines, etc..

Sí, hay casi de todo, menos de una cosa. Es sólo una pequeña carencia. ¡No lo tomen a broma! No hay en estas nuevas catedrales, un rinconcito, siquiera, para adquirir paz, silencio, tranquilidad y felicidad plenas. Para encontrarse el hombre consigo mismo, con lo único importante y trascendente, con el único Dios vivo y verdadero. Con Jesucristo. ¡Qué engorro y qué falta de previsión! Imperdonable.

Este agudo contraste y esta anómala situación nos mueve a algunos –¿chalados, nostálgicos, raros, anticuados?- a una seria reflexión compartida:

- No hay lugar, en este mundo nuestro, para parroquias, iglesias, templos y lugares de culto. Por el contrario, sí y en abundancia y derroche crematístico, para estas modernas catedrales del consumismo.

- El dios dinero “Mammona”, puede sentirse feliz y satisfecho por el culto que le tributan la generalidad de sus fieles. El ha ido desplazando a todos los demás dioses, incluso -¡duele el decirlo!- al Dios cristiano de toda la vida. Hoy no es raro ver las iglesias casi vacías y estas nuevas catedrales abarrotadas.

- A pesar de esta aparente derrota, todavía sigue resonando con fuerza, en muchos sitios y ambientes, la palabra radical de Jesús de Nazaret :”No podéis servir a dos señores. No podéis servir a Dios y al dinero”.

- Muchos han experimentado en sus vidas la enseñanza y el ejemplo del Maestro-quien “siendo rico se hizo pobre para enriquecernos a todos con su pobreza” y han comprobado la verdad de la misma.

- La mayoría sigue ignorando al Nazareno. No se fían, -incluso entre sus seguidores oficiales- y prefieren seguir los dictados de Mammona y de su propio egoismo. ¿Quién tendrá razón?- ¡THIS IS QUESTION!