La revista The Lancet acaba de publicar (9 de enero de 2006) un estudio sobre los cerca de 10 millones de abortos “femeninos” que se han producido en La India durante los últimos 20 años. El título del estudio es: “Low male-to-female sex ratio of children born in India: national survey of 1•1 million households”.
Se trata de una enorme injusticia, que implica desprecio a la vida y desprecio a la mujer. Como también es injusticia el gran número de abortos, indiscriminados o discriminatorios, que se producen a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud habla de entre 40 ó 50 millones de abortos cada año, una cifra igual o superior a la de toda la población de España.
Necesitamos recordar que no es más grave un aborto cuando es eliminada una hija y menos grave cuando se elimina a un hijo, o cuando se abortan embriones y fetos con defectos, como si el eliminar al débil, al enfermo o al no deseado fuese algo sin importancia.
Seremos capaces de promover una cultura del respeto y del amor cuando acojamos a cualquier hijo sin condiciones. Ninguna vida humana vale menos que las otras. Ni por ser mujer, ni por ser hombre, ni por llegar en un momento imprevisto, ni por las condiciones de pobreza en las que viva una mujer o una familia. Cada hijo, cada hija, sano o enfermo, blanco o negro, vale por sí mismo.
Cuando comprendamos esto, cientos de miles de niñas volverán a nacer, cada año, en La India. Y podremos celebrar, también cada año, la llegada a nuestro planeta de millones de hijos. Ellos serán, un día no muy lejano, constructores de un mundo más justo y más respetuoso de todos, también de los más pequeños, de los enfermos, de los pobres, sin discriminaciones.