Fuente: Buenas Noticias.
El periódico americano The Wall Street Journal publicó recientemente un artículo titulado: «Para los niños, “valioso” no significa “caro”». El autor, Jeff Opdyke narra dos hechos que le impresionaron.
Estaba pensando qué hacer con su hijo de 7 años durante el fin de
semana. Se le ocurrió llevarlo a un parque de diversiones. Cuando lo
comentó a su esposa Ami, ésta le dijo: «pregunta al niño qué quiere hacer». Y no fueron al parque de diversiones.
Fueron a un campo de béisbol cercano a casa. El papá era pitcher,
la mamá catcher y el hijo -obviamente- bateador. En eso se fue parte de
la tarde. Después volvieron a casa y tomaron un helado de mango.
Terminaron la jornada a la orilla de un lago donde vieron los fuegos
artificiales que conmemoraban la independencia del país. El hijo,
sentado en las piernas de papá. Día familiar perfecto.
En otra ocasión un señor presentó a su hija una lista con 15
posibles actividades: cine, mini-golf, parque de diversiones, paseo en
canoa, boliche, etc. La niña escogió: «Día de campo en el parque».
Por lo visto, lo más valioso para los niños no es el costo
económico de una diversión, sino la convivencia con sus padres.
Incluso, cuando desean ir a un parque de diversiones, muchas veces es
porque estarán con papá y con mamá.
Además, valoran las cosas de un modo distinto. Sus recuerdos más
vivos no siempre coinciden con los pasatiempos más costosos, sino con
los momentos que pasaron al lado de sus papás: cuando fueron de
cacería, cuando reparaban la bicicleta, cuando iban de paseo, etc.
Muchas veces, sin darse cuenta, los padres tienden a adaptar la
diversión de sus hijos a su propia agenda. Por lo que dice la
experiencia, al revés funciona mejor.
Hay otro motivo importante para fomentar la convivencia entre
padres e hijos: sólo así se da una verdadera transmisión de valores. El
niño aprende a ver el mundo como lo ven sus padres. Aprende a
distinguir el bien del mal; entiende por qué las drogas son malas, por
qué debe estudiar, por qué debe rezar e ir a misa, etc.
Después de todo, tener hijos felices no es tan caro, al menos económicamente.
Con información de The Wall Street Journal, 11 de julio de 2004.
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