Desde el inicio de la predicación evangélica en Jerusalén, al poco de la muerte de Jesús, comenzó la oposición y persecución a los seguidores del crucificado-resucitado. Varios de los apóstoles pagaron con su vida el testimoniar la resurrección de Cristo. El tema de su predicación era siempre el mismo: ¡El crucificado era el mismo resucitado¡.
En 20 siglos de cristianismo, jamás se oyeron las patrañas difundidas por el cineasta Camerón, que con argumentos seudo científicos, pretende demostrar que se ha encontrado la tumba, con los huesos de Jesús y su “esposa” María Magdalena. Un intento más que fallido y nada conclusivo, para desarraigar la fe cristiana.
De todas las frases de Jesús en los evangelios, hay una, que resulta particular y enormemente inquietante, para quien la lee o escucha atentamente. “Cuando el Hijo del Hombre vuelva, ¿encontrará fe sobre la tierra?.(Lc 18,8).
Si hay una pregunta que a todos nos debería preocupar, es ésta, precisamente, ya que: “Sin fe , es imposible agradar a Dios”(Heb.11,6). Sin fe, nadie podrá salvarse:”No os salváis por vosotros mismos, sino por la gracia a través de la fe, que es un don de Dios ”(Ef-2,8), y “El justo vive por la fe”.(Heb 2,4). De aquí, la trascendencia de dar una respuesta personal al interrogante divino. Nada nuevo para los cristianos bien formados en su fe.