Las noticias sobre religión han ocupado, una semana más, bastante espacio en los medios. Las más comentadas fueron las referentes a las reprobables conductas de algunos clérigos. Pero una nota que pasó silenciosa fue la histórica declaración conjunta de católicos y musulmanes para evitar que la religión sea empleada para la violencia.
Se trata de una declaración emitida, el 1 de marzo pasado, conjuntamente por las autoridades vaticanas y la más prestigiosa institución académica de los musulmanes sunníes, en la que ambas partes se comprometen a fomentar el respeto a las diferencias entre el cristianismo y el islam.
El documento recoge las conclusiones de la reunión anual, celebrada los días 23 y 24 de febrero en El Cairo (Egipto), del Comité conjunto para el diálogo del “Comité Permanente de Al-Azhar (universidad fundada en el s. X) para el Diálogo entre las Religiones Monoteístas” y el “Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso”.
El Comité analizó el fenómeno de la violencia confesional, con la finalidad de comprender sus causas y proponer las soluciones que le corresponde implementar a las religiones.
Son muy interesantes las recomendaciones emitidas al final de la reunión, pues exhortan a “prestar mayor atención al hecho de que la manipulación de la religión con fines políticos o de otra naturaleza puede ser fuente de violencia”. Es muy positivo que dos confesiones que hace siglos protagonizaron las Cruzadas, hoy pidan que a nombre de Dios no se emplee la violencia.
Un hecho muy significativo fue que el gran imán de Al-Azhar, el profesor y jeque Muhammad Sayyed Tantawi, condenó los actos de violencia en los que murieron seis cristianos y un policía musulmán en Naga Hamadi (Egipto), en la pasada Navidad ortodoxa, expresó solidaridad a las familias de las víctimas, y reafirmó la igualdad de derechos y deberes para todos los ciudadanos, sin importar su religión. Además, Tantawi declaró que sólo hizo lo que consideraba que era su deber ante esos trágicos eventos.
Aunque esta Declaración fue poco mencionada en los medios, tiene una gran importancia porque viene a cambiar el paradigma de que las religiones serían malas, ya que dividirían a las personas y provocarían violencia. Ahora se dice que las religiones deben convivir a pesar de sus diferencias.
Por eso, este documento concreta las reglas para esa sana convivencia religiosa, y propone “evitar la discriminación basada en la identidad religiosa”, e invita a “abrir el corazón a la reconciliación y al perdón recíprocos, condiciones necesarias para una convivencia pacífica y fecunda”.
Finalmente, la Declaración propone que se evite toda predicación, toda enseñanza escolar y todo texto que –al interpretar los hechos pasados– “puedan suscitar una actitud violenta entre los seguidores de las diferentes religiones”. En otras palabras, es un verdadero “borrón y cuenta nueva” en las relaciones católico-musulmanas.
Si bien los lamentables sucesos de violencia provocada por el fundamentalismo religioso y los de pederastia hoy obscurecen el horizonte religioso, esta Declaración hace ver que no todo es sombrío. Ambos sucesos producen enojo, ya que toda la gente tiene sed de paz y de pureza, y que ve en la religión un medio importante para alcanzarlas.
Por eso, cuando a nombre de Dios, algunos matan o abusan sexualmente, la protesta está más que justificada… porque no se vale que nadie ensucie un importante camino que el ser humano tiene, para colmar su sed de paz y de amor limpio.