“Dejen que los niños vengan a mí y no se los impidan,
Porque de ellos es el reino de los cielos” San Mateo 19,14.
1.- Hoy tenemos la necesidad de cuidar a los más pequeños y débiles, particularmente a los menores amenazados por la violencia, el abandono y la explotación sexual y laboral, porque se busca hoy entregar en adopción a los niños para los homosexuales unidos en la falsa unión que quieren llamar Matrimonio.
Trabajemos en varias iniciativas encaminadas a aumentar en nuestra sociedad el valor fundamental de la familia para poner de relieve ante la opinión pública los beneficios que la familia aporta a la sociedad, a su cohesión y a su desarrollo.
La preparación al matrimonio en nuestros días es más necesaria que nunca y como dijo el Papa Juan Pablo II abarca tres momentos principales: una preparación remota, una preparación próxima y otra inmediata.
La preparación remota concierne a los Niños, los adolescentes y a los Jóvenes. Implica a la familia, la parroquia y la escuela, lugares en los que se educa para comprender la vida como vocación de amor, que después se especifica en las modalidades del matrimonio y la virginidad por el reino de los cielos (cf. San Mateo 19,9-11) pero se trata siempre de vocación de amor. En esta etapa además deberá salir a la luz progresivamente el significado de la sexualidad como capacidad de relación y energía positiva que es preciso integrar en el amor autentico.
La preparación próxima concierne a quienes están prometidos y debería configurarse como un camino de fe y de vida cristiana que lleve a un conocimiento y responsabilidad del matrimonio. Es de desear que en ese estadio se ofrezca un itinerario de catequesis y de experiencias vivida en la comunidad cristiana, que prevea las intervenciones del Sacerdote y de varios expertos, el acompañamiento ejemplar de esposos cristianos y un clima de amistad y de oración. Sobre todo cuidemos que los comprometidos vivan su relación personal con el Señor Jesús. Especialmente escuchando la Palabra de Dios, acercándose a los Sacramentos (cf. San Juan 20,22, Confesión; San Juan 6, 54, Eucaristia). Solo poniendo a Cristo en el centro de la existencia personal y de pareja es posible vivir el amor autentico y donarlo a los demás.
La preparación inmediata tiene lugar cuando se acerca el matrimonio. Aquí se podría incluir una catequesis sobre todo del Rito del matrimonio y sobre su significado, el Retiro Espiritual, y la solicitud a fin de que los fieles y, en particular, quienes se preparan a la celebración del matrimonio lo perciban como un DON para toda la Iglesia, un don que contribuye a su crecimiento espiritual. Conviene promover un serio compromiso pastoral para que toda la comunidad cristiana vea en los nuevos cónyuges a quienes dan un testimonio de la importancia de la familia.
2.- La Iglesia siguiendo el ejemplo de Cristo, ha promovido la tutela de la dignidad y de los Derechos de los Menores, y de muchas maneras se ha hecho cargo de ellos. Imitemos la ternura y las enseñanzas de Jesús que consideró a los niños un modelo a imitar para entrar en el Reino de Dios, así vemos en el Evangelio de San Matero Capitulo 18, versículos del 1 al 6 – Los niños siempre han constituido una llamada apremiante a alimentar hacia ellos un profundo respeto y a prestarles atención.
Jesús pronunció palabras muy duras contra quienes escandalicen a uno de estos pequeños: por eso estas palabras nos comprometen a todos a no rebajar nunca el nivel de ese respeto y amor. Acojamos pues, favorablemente todos los informes sobre los derechos de los niños, luchemos en contra de la adopción de los niños por parejas Homosexuales, busquemos siempre todos los principios positivos sobre la asistencia sanitaria, la educación, la tutela de los discapacitados y la protección de los pequeños contra la violencia, el abandono y la explotación sexual y laboral.
Es la familia el medio natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros y en particular de los niños. Precisamente la familia, basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es la mayor ayuda que se puede dar a los niños. Estos quieren ser amados por una madre y un padre que se amen.
+ Carlos Quintero Arce
Arzobispo Emérito de Hermosillo