Cuando las vocaciones escasean, he aquí, que la llamada de Dios, se hace sentir donde menos se piensa.
Sí. Los caminos de Dios son irrastreables. He aquí un curioso y llamativo fenómeno, que no deja de sorprender. Cuando en la Iglesia católica en general y en la española en particular, las vocaciones, tanto al sacerdocio como a la vida religiosa escasean y no están pasando buen momento, he aquí, que la llamada de Dios, se hace sentir donde menos se piensa.
Acabo de leer un enternecedor reportaje de dos curas-abuelos, donde, con todo lujo de detalles cuentan su azarosa vida de solteros, casados, viudos y finalmente de curas. Uno, Manuel Villa, de 69 años, párroco de Sta. Rosa de Lima de Valladolid ,padre de cuatro hijos y abuelo de 11 nietos. El otro José Sotillo, de 75,vicario de S. Francisco, en Soria, padre de cinco hijas y abuelo de ocho nietos. Ambos relatan a grandes rasgos sus vidas, la clara llamada de Dios, tras el fallecimiento de sus respectivas esposas y la felicidad plena que han encontrado en su entrega al ministerio sacerdotal y que ambos ejercen a tiempo completo.
Es un contraste llamativo. Cuando tantos y tantos amigos y ciudadanos se jubilan con menor edad que ellos, y a muchos se les viene el mundo encima, sobre todo al perder la esposa o casárseles los hijos mayores, sintiéndose solos, inútiles o acomplejados, he aquí que estos dos simpáticos abuelos, han encontrado el sentido pleno de sus vidas en el servicio gratificante a Dios y al prójimo en el sacerdocio.
Una vez más se comprueba la veracidad del dicho: "Dios escribe derecho (en la vida de cada persona) con renglones torcidos".