En la conciencia actual la libertad aparece como el bien supremo. Pero cabe preguntarnos ¿qué es la libertad?... La gente entiende por libertad la posibilidad de hacer todo lo que le venga en gana, y de no tener que hacer lo que no queremos hacer. Para decirlo con otras palabras, para estas personas la libertad significa que el propio deseo es la única norma de nuestras acciones, que nuestra voluntad puede desearlo todo y puede poner en práctica todo lo que le apetezca; entonces "la ley y el orden" aparecen como lo contrario a la libertad.
El aborto aparece como un derecho de la libertad: la mujer puede disponer de sí misma. Ahora bien, ¿la mujer decide verdaderamente acerca de sí misma?, ¿no está precisamente decidiendo acerca de alguien diferente?, ¿de alguien que se halla en competencia con mi propia libertad? "La libertad para la destrucción de sí mismo o para la destrucción del otro no es libertad, sino su parodia diabólica". La libertad del hombre es libertad compartida, libertad en la coexistencia de libertades que se limitan mutuamente y que se sustentan así mutuamente: la libertad tiene que medirse por lo que yo soy, por lo que nosotros somos; en caso contrario, se suprime a sí misma (cfr. J. Ratzinger, Fe, verdad y tolerancia, dice: p. 214).
La mujer embarazada vale por dos. La ley ha de prohibir cualquier ataque intencional a la vida humana. La ayuda positiva consiste en ayudar a los pobres y débiles. No puede hablar de un derecho absoluto. Lo que es absoluto para todos es que nadie puede herir o matar a otro, arbitrariamente.
Detrás de ese deseo de libertad radical propio de la Edad Moderna se halla claramente la promesa: seréis como dioses. La meta implícita es no depender de nada ni de nadie, no ser limitado en la propia libertad por ninguna libertad ajena. El dios pensado de esta manera no es Dios, sino un ídolo, más aún, es la imagen del diablo —el anti-Dios—, porque en él se da precisamente la oposición radical al Dios realLa realidad del individuo lleva en sí mismo la referencia a la totalidad, la referencia al otro. La responsabilidad significaría entonces vivir el ser como respuesta a lo que nosotros somos en verdad. Esa única verdad del hombre, en la que el bien de todos y la libertad se encuentran en una relación indisoluble, se halla expresada en el Decálogo. Si el Decálogo es la respuesta a la exigencia interna de nuestro ser, no puede considerarse el polo opuesto a nuestra libertad, sino la forma real de la misma. Por tanto, el Decálogo es el fundamento de todo el derecho de la libertad y la fuerza liberadora de la historia humana.
Es erróneo ver la libertad como la disolución de las normas, y la constante ampliación de las libertades individuales hasta llegar a la completa liberación que exima de todo ordenamiento. La libertad, si no quiere conducir a la mentira y a la autodestrucción, debe orientarse siempre por la verdad, es decir, por lo que nosotros somos genuinamente y debe corresponder a ese ser nuestro. Si no hay verdad acerca del hombre, el hombre no tiene tampoco libertad. Sólo la verdad hace libres.
Una política de aborto a petición no crea una sociedad compasiva ni soluciona los problemas de pobreza, de negligencia o de faltas de oportunidad para la mujer. En lugar de crear un clima que favorezca a la mujer que ha de enfrentar un embarazo no planeado, el aborto es la puerta falsa, la respuesta fácil para solucionar un problema social.
La mujer que tiene un embarazo no planeado sufre, y necesita ayuda y comprensión, ¿por qué hacerla sufrir más, con la muerte de su hijo, y luego con el síndrome postaborto? La verdadera compasión ve el problema en un marco más amplio y con sus posibles repercusiones.
Políticamente, los que quieren el aborto en los primeros meses, no tienen ningún interés en proteger al niño en ningún momento de su gestación, y tampoco lo protegen ya nacido. La "cultura de la muerte" cobra más vidas cada vez. Además, las técnicas utilizadas son horriblemente dolorosas para el niño.
El PRD dijo que iba a dar 40 años de cárcel a los que provocaran una desaparición forzada. El aborto es una "desaparición forzada". El tema del aborto es un problema jurídico que se centra en la igualdad ante la ley.
Un estudio reciente financiado por el gobierno de Finlandia, confirmó que las mujeres que se someten a un aborto, corren cuatro veces más riesgo de morir que las que continúan su embarazo y dan a luz.