Ana Catarina Emmerick, la estigmatizada de Dulmen, recién beatificada por el Papa, cuenta detalles sobre la predicación de Jesús de la que aquí se hace una brevísima selección. Cuando le preguntaron a Ana Catalina qué categoría daba a sus revelaciones, ella contestó que eran como meditaciones.
Narra el encuentro del Señor con un matrimonio al que le dice que ahora había como una muralla entre ellos y su reino; pero que la muralla se caería en cuanto ellos vencieran sus propias pasiones .
Ana Catarina relata que, en tiempos de Jesús, un matrimonio había muerto de pesar al saber que su hija, mujer de Eliud, era adúltera. El esposo no tenía conocimiento de ello. Jesús lo tomó de las manos, le miró con amor al rostro, habló de lavarle los pies, y al fin le dijo que su mujer había sido adúltera, pero que estaba arrepentida y que él debía perdonarla.
Entonces el hombre se echó al suelo sobre su rostro y se revolcó con muestras de gran dolor. Jesús se apartó un poco de él y oró. Después que hubo pasado el primer dolor al hombre, Jesús lo levantó, lo consoló y le lavó los pies. El hombre se tranquilizó, y Jesús le dijo que llamase a su mujer. Esta se presentó cubierta con el velo. Jesús tomó su mano, la puso en la de Eliud ylos bendijo .
En otro momento de su predicación dijo que donde hay desunión entre los casados y no hay buenos frutos, la culpa está principalmente de parte de la mujer. Ella debe tener paciencia, sufrir, cuidar los frutos, arreglar y educar, con su solicitud y trabajo espiritual, quitar lo malo y aumentar lo bueno. Todo lo que ella hacer redunda en bien o en daño del fruto. En el matrimonio no se debe hablar de placer ni de satisfacciones, sino de penitencia, de constante lucha contra las pasiones por medio del vencimiento y la oración. Este vencimiento de las pasiones propias trae bendición y provecho a los mismos hijos (Época 8ª, cap. IX).
Fue a ver a dos que estaban por casarse, teniendo parentesco prohibido.
Les dijo que su casamiento, motivado más por interés que por amor, no era permitido. Se asustaron mucho al oír esto, porque aún no habían hablado de sus intenciones con nadie; prometieron desistir de su casamiento.
A Salatiel –recién casado- le dijo: “Tú te has movido por la belleza exterior de tu mujer. Piensa cuán bella y preciosa es su alma, por la cual Dios mandó del cielo a su Hijo, para que con los dolores y muerte de su cuerpo se salvaran sus almas. Quien cuida su cuerpo, descuida su alma.
La belleza despierta la pasión y la pasión echa a perder el alma. La incontinencia es como una planta parásita y trepadora, que ahoga el trigo y es vicio”. (Época 8ª, cap. X).
Actualmente, muchos se toman a la ligera la castidad, la coquetería, las faltas de pureza y la fidelidad, por eso se extiende la corrupción en todos los campos, pues si no se es honesto en el campo de la sexualidad, tampoco lo será en otros terrenos. El ser humano olvida que no estamos en el paraíso terrenal, sino en pleno campo de batalla, decidiendo el destino personal eterno. El Papa Juan Pablo II dice lo que vive: “El amor de Dios no impone cargas que no podamos soportar, ni nos plantea exigencias a las que no podamos enfrentarnos”.