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Las edades de la vida

Muchos jóvenes suspiran por llegar a tener la edad de tal o cual actor/actriz o modelo, o se lamentan de haber pasado de esas edades.

En Grecia tenían una palabra para indicar ese paso del tiempo, el “cronómetro”, Cronos era aquel dios que se comía sus hijos... el paso del tiempo inexorable que se nos come, como la cantante Luz que habla de “el veneno sobre mí piel” que supongo se refiere a las arrugas que va dejando en el rostro. Pero esas marcas que deja el tiempo por fuera no es el único sentido del tiempo, junto a estos momentos “rutinarios” del día a día, del caer de la arena de un lado a otro del reloj, hay también momentos “mágicos”, un sentido del tiempo interior, expresado en otra palabra que usaban también los griegos: el Kairós, tiempo oportuno. Indica que la vida no se mide por años, semanas o días, sino por aquellos momentos que te hacen perder el aliento, que te hacen ver que vives con intensidad. Recuerdo lo que contaba Jorge Bucay, de un buscador que llegó hasta un pueblo, y allá vio unas lápidas y fue leyendo: -“fulano de tal”: "siete años, tres meses y un día”.... y a todas igual, y dice: “¡aquí ha habido una epidemia!”, cuando vino el guarda del cementerio y lo encontró desconsolado; le preguntó al guarda: "Qué ha pasado, ¡explícamelo!" -"No es lo que te piensas –le responde-, aquí la gente vive muy feliz. Y tenemos una costumbre: cuanto nuestros chicos tienen edad de discernir les damos una libreta para que en ella vayan apuntando cuánto duran todos los momentos que de verdad son felices: te has enamorado... ¿cuánto de tiempo ha sido?; has hecho esto..., ¿de verdad que has sido tú mismo?... ¿cuánto tiempo ha durado?... van apuntando estos momentos; y al final de la vida, cuando muere una persona, tomamos su libreta, hacemos una raya y sumamos, porque esta es la vida auténticamente vivida". Se trata de aprender a disfrutar estos “momentos mágicos” especiales de la vida.

El sentido de la vida y del tiempo es algo misterioso... Romano Guardini hablaba sobre las edades de la vida: decía que la persona se iba enriqueciendo, lógicamente, no tanto en fuerzas físicas (pues a partir de ciertas edades hay que acostumbrarse a tener alguna molestia, dicen que si un día uno se levanta sin ningún tipo de molestia, es que ya no está uno en este mundo sino que se ha ido al otro), pero si con la experiencia y con los recuerdos de la vida, que es parte importante de la felicidad, como decía Miquel Martí i Pol: “para ser feliz, primero debe creer que puede serlo. Después, debe vivir de una forma consecuente con esta convicción… mis momentos felices han sido aquellos en que no me he planteado de una manera seria vivir felizmente. Me he dado cuenta después de haberlos vivido. Es una felicidad en el recuerdo”. Sí, la memoria constituye nuestra identidad, ahí sigue vivo todo, llevamos siempre dentro el niño que fuimos, la ingenuidad y la sorpresa de la admiración. También la juventud está siempre con nosotros, pero no la “física”, que es un error de la cultura actual estar demasiado preocupados por la edad la juventud es una etapa que no pasa, es un estado del espíritu que se puede perfeccionar día a día y no dejar de tener aquellas características propias, que son: voluntad de victoria, calidad de la imaginación, intensidad emotiva, capacidad de admiración, gusto por el riesgo -controlado- y por la aventura, primacía del amor sobre la comodidad, no tener miedo de la dificultad por controlar cosas de la vida... La persona se va perfeccionando con esas “edades de la vida” que se van integrando en nuestra existencia, se va creciendo interiormente.