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La oración en la vida cristiana

CUARTA PARTE

LA ORACIÓN CRISTIANA

PRIMERA SECCIÓN 
LA ORACIÓN EN LA VIDA CRISTIANA

2558 "Este es el Misterio de la fe". La Iglesia lo profesa en el
Símbolo de los Apóstoles (Primera Parte del Catecismo) y lo celebra en la
Liturgia sacramental (Segunda Parte), para que la vida de los fieles se conforme
con Cristo en el Espíritu Santo para gloria de Dios Padre (Tercera Parte). Por
tanto, este Misterio exige que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de
él en una relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero. Esta
relación es la oración.

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada
hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la
prueba como desde dentro de la alegría (Santa Teresa del Niño Jesús, ms
autob. C 25r).

 

La oración como don de Dios

2559 "La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios
de bienes convenientes"(San Juan Damasceno, f. o. 3, 24). ¿Desde dónde
hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia
voluntad, o desde "lo más profundo" (Sal 130, 14) de un corazón
humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14). La humildad
es la base de la oración. "Nosotros no sabemos pedir como
conviene"(Rom 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para
recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (cf
San Agustín, serm 56, 6, 9).

2560 "Si conocieras el don de Dios"(Jn 4, 10). La maravilla de la
oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos a buscar
nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en
buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde
las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el
encuentro de la sed de Dios y de sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre
tenga sed de El (cf San Agustín, quaest. 64, 4).

2561 "Tú le habrías rogado a él, y él te habría dado agua
viva" (Jn 4, 10). Nuestra oración de petición es paradójicamente una
respuesta. Respuesta a la queja del Dios vivo: "A mí me dejaron, Manantial
de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas" (Jr 2, 13),
respuesta de fe a la promesa gratuita de salvación (cf Jn 7, 37-39; Is 12, 3;
51, 1), respuesta de amor a la sed del Hijo único (cf Jn 19, 28; Za 12, 10; 13,
1).

La oración como Alianza

2562 ¿De dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje
de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo,
para designar el lugar de donde brota la oración, las Escrituras hablan a veces
del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil
veces). Es el corazón el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión
de la oración es vana.

2563 El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la
expresión semítica o bíblica: donde yo "me adentro"). Es nuestro
centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo
el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión,
en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad,
allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya
que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza.

2564 La oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y el hombre
en Cristo. Es acción de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de
nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con la voluntad humana del
Hijo de Dios hecho hombre.

La oración como Comunión

2565 En la nueva Alianza, la oración es la relación viva de los hijos de
Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu
Santo. La gracia del Reino es "la unión de la Santísima Trinidad toda
entera con el espíritu todo entero" (San Gregorio Nac., or. 16, 9). Así,
la vida de oración es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces
Santo, y en comunión con El. Esta comunión de vida es posible siempre porque,
mediante el Bautismo, nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo (cf Rm 6,
5). La oración es cristiana en tanto en cuanto es comunión con Cristo y se
extiende por la Iglesia que es su Cuerpo. Sus dimensiones son las del Amor de
Cristo (cf Ef 3, 18-21).