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La lealtad

Solidaridad

Martha y Jazmín eran grandes amigas, compañeras en la secundaria, vecinas y catequistas en el mismo equipo parroquial. Pasaban casi todo el día juntas porque eran casi como hermanas. Ambas mamás veían con agrado esa amistad tan estrecha y tan sincera, hasta que un día a Martha le afectó la edad y se volvió rebelde. Comenzó a aborrecer a la pobre mamá, que no sabía qué hacer con su hija, quien de la noche a la mañana se había convertido en su peor enemiga.

Jazmín era la confidente obligada para escuchar las amargas quejas de su amiga, que lamentaba no ser libre para vivir como soñaba. Martha decidió irse de su casa y hacer su vida sola… ser su propia dueña. Fue algo bien planeado: comenzó a hacer su alcancía; le dio a guardar a Jazmín la ropa que pensaba llevarse, y hasta se portó como una buena hija para que sus papás no sospecharan. Por más que la amiga -más sensata- le hizo ver lo peligroso de su decisión, Martha siguió adelante con su plan y un mal día desapareció.

¡Pobrecita Jazmín! Los atribulados padres le sometieron a un interrogatorio de primer grado y casi la torturaron. Pero ella no dijo nada. Jazmín quería ser leal a su amiga Martha. Sin embargo, ante los ojos de Jazmín, aquella familia se derrumbó. No hay nada más triste que la pérdida de un hijo. Casi es preferible saber que ha muerto a no saber qué fue de él.

Y Jazmín amaba a su amiga, pero también amaba a la mamá que siempre le había demostrado cariño y aceptación. Así, su resistencia llegó a su fin y confesó dónde estaba Martha, justo a tiempo, antes de que corriera mayor peligro.

Martha regresó a su casa como una heroína; se reconcilió con su mamá y escarmentó, porque el pan ajeno hace al hijo bueno. Pero no volvió a hablarle a Jazmín y jamás le perdonó que le hubiera traicionado. ¡Cosas de niñas!

¿Hasta dónde llega la lealtad?

La palabra “lealtad” viene de legalis, legal, en latín. Es decir, leal es una persona que actúa de acuerdo con la ley.

Entendemos que esa legalidad hace referencia a la amistad, al deber para con la patria o instituciones a las que pertenecemos y a las que debemos fidelidad.

Ser leal es un valor que se aprende sobre todo cuando se atraviesan situaciones difíciles que son como prueba de la verdadera amistad y del honor de los que nos deben lealtad. Es la ley escrita en el corazón, que manda que el amor sea para siempre. Se es leal cuando evitamos que nuestras decisiones y nuestros actos dañen a aquel a quien debemos lealtad. La deslealtad es traición.

En el caso de las dos jovencitas, Martha y Jazmín, el amor a la amiga y a su familia llevó a Jazmín a una aparente traición a la confianza, pero en realidad, denunciándola estaba siendo efectivamente leal a la amiga querida. Buscó su bien a costa de la pérdida de la amistad. ¿La lealtad tiene límites? No, pero con frecuencia la lealtad busca el bien del amigo en contra de sus aparentes intereses.

Cuando un hermano denuncia al hermano que se escapa de la escuela, está siendo leal porque busca su bien. La lealtad no es complicidad. La complicidad con el ser amado es, en cambio, una verdadera traición al amor.

¿Cómo proceder lealmente?

Para no caer en la complicidad se tiene que actuar con firmeza y con sinceridad. Tenemos que hacer ver al amigo que no estamos de acuerdo con su proceder. Que lo que hace o desea hacer no es bueno y que no podemos apoyarlo ni solapar su acción.

Es muy cierto que la verdadera amistad acepta al amigo como es, pero quizás deberíamos decir mejor “a pesar de lo que es”. Y es que podemos querer a un delincuente, pero no por serlo, sino a pesar de serlo, y nuestra amistad no debe llevarnos a encubrirlo ni mucho menos a ayudarlo.

La mamá de un ratero me decía que su hijo se quejaba de que ella no aceptaba lo que él se robaba, como las otras mamás de sus ompinches. Por lo menos a esta mamá le quedará el consuelo de que si matan a su hijo por andar de delincuente, ella no habrá sido cómplice de su muerte. Ella es leal a su hijo.

La lealtad de aprende en casa:

 Cuando el papá sigue apoyando a su equipo de futbol aunque lleve muchos años sin ganar el campeonato. 

 Cuando toda la familia asiste al festival en el que va a bailar alguno de los hermanitos. 

 Cuando se enseña a cada uno de los hermanos a reconocer sus propias faltas para no incriminar a los demás. 

 Cuando se les enseña el límite entre ser confiables confidentes y ser cómplices. 

 Cuando se les enseña a seguir perteneciendo a un equipo o a un grupo aunque cambien de dirigentes. 

 Cuando se les enseña a denunciar lo que está mal aunque pierdan un amigo. 

 Cuando los papás infunden confianza a los hijos para que consulten sus dudas sin temor a represalias.