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La gratitud

¿Cómo se dice?

Cuando a un niño se le hace un regalo en presencia de su mamá, inmediatamente ésta le pregunta: “¿Cómo se dice, niño?”, y el niño, muy educadito, responde: “¡Gracias!”. Ese niño acaba de recibir una de las lecciones más preciosas de su vida: saber ser agradecido.

La gratitud es uno de los valores más apreciados y más cultivados en nuestra sociedad. Se ha convertido en un acto de justicia dar las gracias a quienes hacen el bien.

Paseando por las calles de nuestra hermosa ciudad de México, por todas partes salta a la vista el agradecimiento a aquellos que pasaron entre nosotros haciendo el bien. La columna de la Independencia es un bello monumento a los héroes que nos dieron Patria y allí reciben honores los restos mortales de algunos de nuestros libertadores. El Monumento de la Revolución es también la tumba de los grandes revolucionarios que ofrecieron su vida por una mejor situación de los campesinos y de los trabajadores. La lista de los monumentos es casi infinita y todavía se ve complementada porque muchas de nuestras calles y avenidas llevan nombres de héroes y de hombres ilustres nacionales y universales.

Realmente somos una nación agradecida.

Gracias... ¡a Dios!

Cuando el niño, exhortado por su mamá, nos dice gracias, muchas veces recibe una respuesta que todavía es muy frecuente: “¡Gracias a Dios!”, y allí va otra lección para el niño en orden a su futuro: todos los bienes, a final de cuentas, vienen de Dios y a Él debemos dar gracias.

También nuestro pueblo es agradecido con Dios. Así lo demuestran los incontables templos levantados en su honor, los nichos, hornacinas, capillitas y cruces que vemos por todas partes.

Todavía frecuentamos la santa Misa, a pesar de que ya son muchos los católicos que no hacen caso de ella más que en grandes ocasiones; pues bien, la santa Misa tiene un hermosos nombre: “Eucaristía” ¿y saben lo que significa esa palabra? ¡acción de gracias! Y a Dios le gusta que le demos gracias.

¿Qué es la gratitud?

Podemos intentar una definición: la expresión del reconocimiento debido a la persona que nos hace un bien sin estar obligada a hacerlo. Gratitud viene de gratia que en latín significa “don”. De allí viene también la palabra “gratis”. Cuando queremos reconocer, en justicia, el bien hecho por obligación, entonces damos un sueldo, salario, pagamos un impuesto que cubre ese bien que se nos hace o damos también nosotros un servicio o bien a cambio. Pagarle su salario a un trabajador no es gratitud, es justicia. En cambio, agradecer a un trabajador el servicio que nos da por obligación es generosidad de parte del patrón y lo que se le dé de más, agregado a su salario, es signo de ella. Ése sería el origen de la propina hasta que la hicieron obligatoria.

Saber dar las gracias es signo de buena educación y de que se aprecia la generosidad de los que nos hacen el bien.

La gratitud es un sentimiento duradero, raíz de amistad y promesa de correspondencia.

La gratitud no se desgasta

Los Pérez son una familia indígena que emigró a México para darle a sus hijos la oportunidad de una vida mejor. El trabajo arduo y una vida honesta les ha permitido tener una casita propia en un barrio pobre y darle a sus hijos una buena educación, a la que han correspondido siendo hijos buenos. Son pobres, a penas tienen lo suficiente para vivir y, sin embargo, recibieron y atendieron en su humilde casa a su antiguo párroco, ciego, enfermo y anciano, que vino a la ciudad en busca de salud. Así daban las gracias por lo que el viejo sacerdote había hecho por ellos en su pueblo.

La gratitud no se desgasta con el tiempo; crece y da fruto cuando se necesita. Los católicos sabemos que, aunque no se nos den las gracias en este mundo, Dios sí es agradecido y da el cielo ¡por un vasito de agua fría dado en su nombre! Por eso decimos: “Que Dios se lo pague”.

Gracias a la vida que nos ha dado tanto...

 Porque a nuestra mamá no se le ocurrió que era dueña de nuestro cuerpo y nos permitió nacer.

 Porque nunca ha faltado un pan en nuestra mesa.

 Por la salud y por la enfermedad vencida.

 Por los que nos aman y por los que amamos.

 Por las personas que han sido buenas con nosotros.

 Por los amigos sinceros.

 Por nuestra querida mascota.

 Por los momentos de paz.

 Por el ingenio de los artistas y la inteligencia de los científicos.

 Por las cosas bellas que alegran nuestra vida.

 Por los libros y la música, y por aquellos con quienes los compartimos.

 Por...