Cuando uno se pregunta de dónde provienen los problemas matrimoniales, las respuestas pueden ser múltiples y complicadas. Unos se rompen porque existe por parte de uno (o de los dos) un problema psicológico o moral serio. Me refiero a problemas como las neurosis, las psicosis, el alcoholismo... o, en el plano moral, la falta de principios fundamentales de decencia.
Podríamos pensar en casos como los siguientes.
Después de un temblor que destruyó gran parte del barrio donde vivo, mis nervios quedaron muy afectados. Me pongo nerviosa por cualquier cosa y quiero que todo se me solucione al momento. Aunque a nosotros no nos pasó nada, gracias a Dios, sin embargo vivo con miedo por vivir en un 7o piso. No encuentro más que angustia y ansiedad en mi persona, de todo me altero y esa es la gota que suele derramar el vaso en nuestro matrimonio.
Yo supe de un caso en el que la esposa ya estaba "harta" de que su marido saliese con otras mujeres y de oír que ella no lo satisfacía. Sin embargo, siempre intentó perdonarlo y justificarlo hasta que lo descubrió "in fraganti”. Fue la "gotaza" que derramó el vaso.
El problema es que no me gusta su manera de beber. Tal vez exagere un poco, pero me desespero cuando promete no volver a beber y hace lo mismo la siguiente vez.
Este tipo de problemas ciertamente no son "gotas" sino "diluvios" y tienen necesidad de una solución del mismo calibre. Muchas veces será necesario una ayuda profesional y médica, y ojalá la pareja pueda buscarla a tiempo antes de que hagan demasiado daño a la relación.
Yo no voy a hablar de este tipo de casos. Ciertamente se dan, pero creo que no son tan frecuentes. La mayoría de las personas son "normales" y "buenas", dentro de los límites de cualquier ser humano. Sus problemas también son "normales".
La causa más frecuente de nuestras peleas son los desacuerdos en la educación de nuestros hijos, pequeñas cosas que faltan en casa, o hablarnos con mal tono de voz.
El otro día, nos peleamos por una verdadera tontería. Mi esposa asistió a una reunión social de trabajo y llegó más tarde de lo que habíamos acordado.
La última vez que una gota derramó el vaso fue apenas ayer cuando quedé de verme en casa con mi esposa para ir a cenar a casa de unos amigos. Me alteré mucho cuando ella, mucho más tarde de la hora de la cita, habló desde casa de una amiga para que la fuera a buscar.
¿Qué importancia pueden tener estas trivialidades?
Tal vez ninguna. Pero, a veces, sí pueden ser causa de infelicidad y de dolor en el matrimonio y pueden preparar el camino para una crisis más seria. Por ahora quedémonos con dos ideas muy sencillas: los matrimonios pueden tener dificultades por dos razones: problemas serios y ... problemas "normales". Quiero estudiar con vosotros problemas normales, insignificantes, que pueden generar una crisis, para que una vez conocido su mecanismo, podáis evitarlos.
Os voy a decir mi impresión en pocas palabras: por una falta de comunicación acertada, ciertos problemas no se manejan bien y los esposos no detectan que están provocando sufrimiento, o sea, pequeñas o grandes heridas emocionales.
Cuando estas molestias emocionales suceden frecuentemente y durante un largo período de tiempo, pueden llegar a colmar la medida del vaso y explotar. Si no llegan a explotar, provocan, de todos modos, una situación de menor felicidad en la pareja, dando, como resultado, ese matrimonio "chicle", que cuanto más se mastica, menos sabe.
Recordemos que la felicidad de una persona depende también de sentirse segura, comprendida, acogida, respetada y apreciada. Hay que cuidar los problemas "normales", porque son capaces de drenar, poco a poco, esta felicidad 1 .
Lo más insidioso es que las crisis de este tipo pueden ir gestándose poco a poco. Sin darse cuenta, la relación se amarga silenciosamente como cuando una célula cancerosa se enquista en un órgano vital y lo mata.
Como una piedra en el zapato, los sufrimientos emocionales, que se van repitiendo en la vida ordinaria, ponen a prueba nuestra resistencia psíquica. Por esta razón, hay que estar alerta y buscar la delicadeza en el amor, lo cual significa el estar atentos al mundo interior de los sentimientos. Así se evitan problemas y la felicidad crece y se consolida.
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1.- Un cierto contacto con la realidad de la vida me ha hecho ver la importancia de estas pequeñas cosas. Pero, además, uno encuentra confirmación de lo mismo en los estudios que se realizan en el área de la psicología matrimonial. Libros como Love is never enough por A. Beck y Why Marriages Succeed or Fail por J. Gottman vuelven a poner de relieve la importancia de evitar los malentendidos y de lograr un equilibrio llevadero entre momentos difíciles y agradables en la convivencia.