Una figura relevante en el tema de la filiación divina es San Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei.
El espíritu de santidad que San Josemaría extendió por todos los caminos de la tierra se asienta en la alegría y en la certeza de que somos hijos de Dios en Cristo Jesús, y estamos llamados a colaborar en el establecimiento de su Reino para gloria del Padre celestial. Para ello hay que luchar por ser santos en la vida ordinaria: en la oficina, en la calle, en la casa, en la vida social, en las fiestas y en donde nos encontremos.
Dios quiso que en el alma de Josemaría Escrivá de Balaguer se grabara con gran intensidad la conciencia de ser, en Cristo, hijo de Dios. La vida mía me ha conducido a saberme especialmente hijo de Dios, y he saboreado la alegría de meterme en el corazón de mi Padre, para rectificar, para purificarme, para servirle, para comprender y disculpar a todos, a base del amor suyo y de la humillación mía. ( Amigos de Dios, 143).
El 16 de octubre de 1931, día de Sta. Eduviges, quiso hacer oración. Dice: “No lo conseguí. En Atocha compré un periódico (el ABC) y tomé el tranvía (...). Sentí afluir la oración de afectos, copiosa y ardiente. Así estuve en el tranvía hasta mi casa” (Apuntes íntimos, n. 334). Sin poder evitarlo repetía Abbá, Pater! Luego comentaría: “Es quizá la oración más subida que Dios me ha dado. Aquello fue el origen de la filiación divina que vivimos en el Opus Dei”( Meditación, 15-IV-1954) . El contexto no es de oración. Abbá!, Pater! Reza en hebreo y en latín. Dice: “Estuve contemplando con luces que no eran mías esa asombrosa realidad”. No entra como un meteorito en un lugar extraño sino que Dios lo estuvo preparando. Nadie hasta el beato Josemaría Escrivá, había recibido esa luz de Dios: “Quedó como una brasa en mi alma para no apagarse nunca”. Se juntaba a la preparación ascética de Josemaría., la intervención mística y su respuesta. Toda su vida y su doctrina espiritual se configuran bajo la impronta de un hondo sentido de filiación, poseído como realidad gozosa.
La filiación divina es fundamento de su pero luego cada persona va a tratar a Dios de modo distinto. ¿Dónde está la originalidad de Escrivá? Su originalidad está en que nadie habla tanto, ni con tanta fuerza y consecuencias como él. Enfocó toda la vida espiritual desde la filiación divina como fundamento. Es el punto focal. Entronca la filiación divina con otros aspectos fundamentales: trabajo, libertad, responsabilidad, apostolado y oración. La filiación divina debe reformar e informar la existencia entera; permea todo. Si desaparece se cae todo el edificio.
Ser alter Christus, ipse Christus, dice, expresión originalísima de él. Unir lo divino y lo humano como está en Cristo. Cristo es un hombre normal, lo único que lo distingue de nosotros es que no tiene pecado. Configurarse con Cristo significa la normalidad, al menos para nosotros. Come, duerme, bebe, llora, se alegra. Ser hijos como Cristo. Divinizarlo todo con normalidad, y con la normalidad.
En su Homilía: Hacia la santidad, habla del itinerario de la oración. No hay que rehusar la meta. Mirar a Dios sin cansancio y sin descanso en la vida ordinaria. Es un nuevo modo de pasar por la tierra.
La vida espiritual es un misterio: el misterio de Dios y el misterio de Dios en nosotros. En 1928, el Fundador del Opus Dei, ve lo nuclear, no los aspectos fundamentales. En 1931 ve la filiación divina y el itinerario jurídico entre otras cosas. Las cosas de Dios funcionan así. Dios le va enseñando poco a poco, sino hubiera muerto, como comentaría después.
Enseña a tener piedad de niños y doctrina de teólogos. San Josemaría sintetiza todo en amar la Voluntad de Dios en las buenas y en las malas, y agradecer todo ello a nuestro Padre Dios con la alegría de ser sus hijos, hijos que saben que a veces un palo les viene bien, y otras veces necesitan tener la alegría de ser el consuelo de Dios. Ello recuerda lo que decía el beato Enrique Susón: “Preferiría ser el mas vil gusanillo de la tierra por voluntad de Dios que serafín por voluntad propia”.