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Jugando con papá se aprende a vivir

Para
el niño el juego es algo "muy serio", como podría ser para los adultos
su trabajo. Es a través del juego como aprenden, ¿por qué entonces, no
ayudarlo? Por eso, aunque aparezcan los juguetes más asombrosos, los
niños pequeños seguirán prefiriendo los entretenimiento más
"primitivos", como una pelota, un balero, cosas baratas y divertidas,
sobre todo si no se les crean necesidades ficticias.

El padre puede participar en los juegos del niño, como parte de su
formación. Es posible que después del trabajo llegue cansado a casa,
con sólo deseos de ponerse a ver televisión, pero si sacrifica unos
minutos para interesarse en lo que él está haciendo, puede que resulte
altamente recompensado, con una sonrisa o un abrazo de su hijo.

Para el pequeño lo más importante es que su papá descienda de su mundo y juegue con él y que se interese por sus cosas.

Jugar y aprender

Cuando los niños han crecido un poco más, se interesan por juegos
al aire libre, como el fútbol, béisbol, natación, o atletismo (que
desarrollan las habilidades físicas de los hijos), y por juegos de mesa
con cierto grado de dificultad, que ayudan a desarrollar capacidades de
rapidez mental, como las damas.

Con estos
juegos su papá puede hacerle ver que la suerte tiene muy poco que ver
con el triunfo, y cada vez que termine un partido, vale la pena
explicarle cuál es el camino más adecuado para ganar y lo que él debe
de hacer para evitar la derrota. La próxima vez, el niño se esforzará
al máximo para no cometer errores.

Enseñarle a no temer

Hay juegos o actividades en los que el niño aprende a dominar el
miedo, por ejemplo el columpio o la natación. Es una forma de poner a
prueba su carácter. Está enfrentándose temprano al miedo, pero aprende
a dominarlo, pues sabe que realmente no hay nada que temer, porque está
acompañado de su padre, que le está enseñando la manera adecuada de
actuar frente al peligro.

Desarrollar su sensibilidad

Los hombres aficionados al arte, la música, el deporte o la
lectura, en su gran mayoría vieron nacer su inquietud cuando eran
niños, porque sus padres desarrollaban determinadas actividades
artísticas o deportivas. El papá puede despertar el interés de los
pequeños por las actividades artísticas. Por ejemplo, si deja al
alcance de su hijo un libro de reproducciones de grandes pintores, sin
preocuparse de si lo trata bien o no, lo importante es que el niño se
familiarice con ese libro, lo vea, lo toque.

Ese hijo probablemente aprenderá en materia de arte, y puede dar la
sorpresa cuando sepa reconocer el estilo de algún pintor o cuando se
manifiesten sus habilidades para pintar, dibujar o esculpir.

Entre juego y juego, ayudados por su papá, los hijos se van
convirtiendo en hombres y mujeres que sabrán enfrentar la vida, ya que
los juegos fueron para ellos simulacros y ensayos de esa misma vida.