Pasar al contenido principal

Jesucristo y el Papa

El magisterio ordinario del Papa es una fuente inagotable de luz y vida que debemos agradecer todos los católicos y que orienta y fecunda la vida de toda la Iglesia. Merece la pena recordar las palabras que dirigió a la CEI ( 24/5/2007 )sobre Jesucristo.

Los cristianos tienen «la tarea irrenunciable de anunciar a todos, sin cansarse o resignarse, a Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida. Me parece que, si vemos el panorama de la situación del mundo de hoy, se puede entender, diría humanamente, casi sin necesidad de recurrir a la fe, que el Dios que asumió el rostro humano, el Dios que se encarnó, que tiene el nombre de Jesucristo y que sufrió por nosotros, ese Dios es necesario para todos, es la única respuesta a todos los desafíos de este tiempo. Sin renunciar al respeto por las demás religiones y culturas, de las semillas de bondad y verdad que en ellas están presentes y que representan una preparación del Evangelio no puede desfallecer la conciencia de la originalidad, de la plenitud y del carácter único de la revelación del auténtico Dios que en Cristo se nos ha entregado definitivamente, y tampoco puede debilitarse la vocación misionera de la Iglesia.

El clima cultural relativista que nos rodea hace cada vez más importante y urgente arraigar y hacer que madure en todo el cuerpo eclesial la certeza de que Cristo, el Dios del rostro humano, es nuestro verdadero y único Salvador».Estas pocas palabras sirven para quien las saborea y reflexiona con fe, como una enjundiosa encíclica