El humilde, como virtud, no es el que tiene los ojos bajos y le falta autoestima, sino el que desea conocer la verdad, amar la verdad y vivir en la verdad. Solamente Dios-Creador de todas las cosas- puede tenerse como fin a sí mismo; los demás tenemos nuestro fin en Dios. San Clemente Romano escribe: “Seamos humildes, deponiendo toda jactancia, ostentación, insensatez y arrebatos de ira (...) Porque a los humildes pertenece Cristo” . Una persona que no es humilde, es conflictiva. ¿Cuál es la solución para no ser conflictivas? El camino es la sinceridad.Moisés podría haber llegado a la tierra prometida por un camino menos largo; los judíos murmuraban de él por mantenerlos tanto tiempo en el desierto, pero esa purificación la quería Dios. Nosotros hemos de cuidar no andar por el desierto del pecado, de la incredulidad y de la murmuración, y tomemos, en cambio, el camino corto de la penitencia. A Sor Benigna Consolata (salesa) le dijo Jesús: “¡Si supieras cuánto trabajaría Yo en un alma, aunque estuviera llena de miserias, si me dejara hacer! El Amor no necesita de nada, pero no debe encontrar resistencia. Lo que requiero de un alma para hacerla santa es que me deje hacer”. ¡Cuánto ayuda la humildad a ubicar las cosas! Es como un punto de vista certero. Es la virtud primaria de la inteligencia porque la inteligencia está para conocer la verdad. Cuanto más humilde, más inteligente porque la humildad es la verdad. Juan Pablo II dice: “Quien reza no se desalienta.” El bien de la persona está en estar en la verdad y realizar la verdad. La conciencia es el embajador de Cristo en el alma, dice el cardenal Henry Newman. Una de las señales de que la conciencia está bien orientada es que no contradice lo que propone la Iglesia. Para aumentar la humildad hay tres requisitos:a) oración, para sintonizar con Dios; b) examen de conciencia, pensar “a mí, ¿qué me pide Dios?”; c) espíritu de servicio. El hombre siempre ha querido ser como Dios y el hombre ha tenido siempre derecho en desear esa semejanza. Se equivocó sólo cuando alguien sobre un árbol le dijo que ser como Dios era ser independiente de Dios; tuvo razón cuando Alguien más en el Árbol de la Cruz le dijo que ser como Dios era ser dependiente de Él en la forma que lo es un hijo. Esto es lo sobrenatural (Fulton Sheen). San Josemaría Escrivá decía: Hablando con profundidad teológica, no se puede decir que haya realidades –buenas, nobles, y aun indiferentes- que sean exclusivamente profanas, una vez que el Verbo de Dios ha fijado su morada entre los hijos de los hombres, ha tenido hambre y sed, ha trabajado con sus manos, ha conocido la amistad y la obediencia, ha experimentado el dolor y la muerte (cfr. Es Cristo que pasa, 112). A Gabriela Bossis, Jesús le inspiró este pensamiento: “Os amé, a cada uno en singular, hasta el extremo de esos sufrimientos. No dudéis de Mí jamás. Soy el Infinito. No tengas en ti confianza ninguna, ni esperes nada de tus cortos recursos; entonces te ayudaré, pues si estás vacía de ti misma, me es posible llenarte. Convén en que eres nada, y Yo soy el todo. Yo obraré en ti y por medio de ti. Deposita a menudo tu pequeñez en mis manos poderosas. ¡Cuánto te alegrarás más tarde de habérmelo dado todo, todo lo que Yo antes te había dado! Tú me lo puedes dar con el deseo único de agradarme y de trabajar por mi gloria. ¡Cuánta desproporción hay entre vuestras obras y la recompensa que Yo les doy! Pero necesito ese abandono por parte vuestra (...) Ten la seguridad de que Yo prefiero a un alma que cae y se arrepiente, antes que a otra alma llena de orgullo por sus buenas acciones. Ésta pierde todo su mérito. Sé pequeña, muy pequeña siempre. Mírate en tu falta de energía, en tu imposibilidad de ser buena sin mi auxilio. Eres nada, la nada de donde te saqué. Créelo en firme pues esta es la verdad.” (Cuaderno 5, n. 141 y n.154). El “hombre animal” no entiende las cosas de Dios, no entiende el claroscuro de la fe. El cristianismo es paradójico, bien lo entendió San Juan de la Cruz cuando escribe: Pierde si quieres ganar. / Baja si quieres subir. / Sufre si quieres gozar. / Muere si quieres vivir.