Pasar al contenido principal

Hollywood promueve la causa gay

Mediante una estrategia planeada desde fuera de los medios audiovisuales,

Hollywood está promoviendo la causa "gay".

Últimamente abundan los personajes y argumentos homosexuales en la
televisión y el cine. Esto se debe a que el movimiento gay está librando una

enérgica batalla para ganar la aceptación de la opinión pública mediante el
sutil enfoque con el que está tratando este tema en los medios de
comunicación. He aquí el análisis.

1. Los mensajes negativos contra la familia que se han detectado últimamente

en los medios de comunicación... ¿se deben a la desproporcionada presencia
de homosexuales en los puestos directivos de estos mismos medios?

El gran actor, cómico y cantante Danny Kaye era bisexual y murió de SIDA. El

hecho de que Danny Kaye fuese bisexual no constituye para mí un motivo para
privar a mis hijos de que disfruten con sus estupendas películas. Lo mismo
ocurre en el caso de Howard Ashman, que también murió de SIDA y que era un
homosexual declarado: fue uno de los creadores más destacados de La Bella y
la Bestia (Beauty and the Beast), en mi opinión una de las mejores películas

infantiles de los últimos tiempos.

Sería injusto, impropio y engañoso culpar a los gays de las películas
repugnantes que produce Hollywood. Los que las hacen son, en su gran
mayoría, heterosexuales acérrimos.

2. Presión más que presencia.

El problema en Hollywood no es la presencia gay, sino la presión gay. Y esa
presión es ejercida por gente ajena a la industria cinematográfica.

En la entrega de los Óscares en abril de 1992, mientras llegaban los
invitados a la ceremonia, a las puertas se manifestaba un numeroso grupo de
indignados gays. Uno de los blancos de su protesta era Jonathan Demme, que
ganó la estatuilla al mejor director por El silencio de los inocentes (The
Silence of the Lambs). Portaban pancartas y coreaban lemas contra Demme por
su falta de sensibilidad y su odio hacia los gays. La consecuencia de esa
repulsa fue una película llamada Philadelphia. Este film sirvió para
congraciar por completo a Jonathan Demme con la comunidad gay.

¿Por qué hizo Demme esa película? ¿Creyó acaso que la comunidad gay del
país, verdaderamente minúscula, podía acabar con su carrera? No: acababa de
ganar un Oscar. Pero se convenció de que tenía que ofrecer un sincero gesto
de arrepentimiento, demostrar que no era un intolerante. Por eso hizo
Philadelphia. Toda esa compleja combinación de expectativas, críticas y
manifestaciones provocó que un cineasta heterosexual hiciera Philadelphia, e

hizo que unos productores heterosexuales se avinieran a promover algunas de
las demandas y objetivos fundamentales del programa gay. No fue por la
orientación sexual, sino por la presión social.

3. No es por motivos comerciales.

Las películas con tema homosexual tituladas Philadelphia, con Tom Hanks, y
The Bird Cage, con Robin Williams, obtuvieron un gran éxito de taquilla,
pero son excepciones. Hollywood ha hecho muchas películas con este tema que
han resultado un rotundo fracaso, como la de A Wong Foo o la de Amor y
Compasión, por ejemplo, debido a que el público parece no tener interés en
estos temas..

Quien diga que tales producciones responden a la realidad social o a un
fenómeno de taquilla, simplemente habla sin tener un conocimiento profundo
de la realidad. Porque si uno quiere ante todo ganar dinero, el tema gay no
es la mejor opción ya que para los anunciantes es un asunto delicado. La
serie Ellen, en que la protagonista revela que es homosexual, perdió cientos

de miles de dólares en publicidad de la Chrysler, J.C. Penney, Wrigley y de
otras empresas patrocinadoras, que prefirieron no mezclarse con el programa.

La propia cadena emisora [ABC] reconoció que con Thirty-something (que
incluyó una breve escena de cama con dos gays) perdió más de un millón de
dólares en publicidad sólo en esa noche. Sería equivocado afirmar que la
abundancia de personajes y temas gays en los medios norteamericanos
responden a la demanda del público.

4. Insensibilizar al público

El auge repentino de los temas y personajes gay en el cine y la televisión
se debe más bien al deseo de transmitir mensajes y valores sistemáticamente
a través de los medios de comunicación para influir en el público con el
propósito de insensibilizarlo hasta lograr que la gente considere normal la
actitud gay.

En la revista gay llamada Christopher Street, publicada en diciembre de
1984, salió un artículo titulado "Waging Peace: A Gay Battle Plan to
Persuade Straight America" (Sacudiendo la paz: Un plan de batalla gay para
convencer a los norteamericanos normales), el cual refleja con gran
exactitud lo que está ocurriendo en los medios de comunicación: primero,
insensibilizar y normalizar; segundo, insistir en que los gays son víctimas;

y tercero, satanizar a los defensores de la familia. He aquí, en concreto,
lo que proponen:

1° Insensibilizar al público con respecto a los gays y sus derechos para que

la gente vea la homosexualidad con indiferencia. Casi cualquier
comportamiento empieza a parecer normal si se satura al público. Lo
principal es hablar de lo gay hasta que el tema llegue a resultar
tremendamente aburrido.

2° Lograr que el público acepte la homosexualidad como algo normal a través
del cine y la televisión, hoy por hoy los medios más eficaces para crear
imagen en la civilización occidental.

3° Presentar a los gays como víctimas y no como revolucionarios agresivos

4°. Satanizar al oponente. En una fase posterior de la campaña por los
derechos de los gays, habrá que arremeter contra los que todavía se opongan.

Hablando claro: hay que vilipendiarlos. Aquí nuestro objetivo es doble, dice

el artículo de la revista publicada en 1984. Primero, hemos de procurar
cambiar su arrogancia en sentimiento de vergüenza y de culpa por ser
homófobos. Segundo, hay que mostrar al público imágenes de homófobos
acérrimos que tengan otros rasgos y creencias desagradables para el
americano medio. Entre tales imágenes podrían estar: el Klu Klux Klan
pidiendo que se queme vivos a los gays o se los castre; pastores fanáticos
del sur que babean de odio histérico hasta el punto de que parezcan cómicos
y trastornados; punkies, matones y criminales que hablen en tono amenazador
y descarado de los "maricas" que han matado o les gustaría matar; un
recorrido por los campos nazis donde se torturaba y gaseaba a homosexuales».

Este artículo fue publicado en 1984... ¿crees que la estrategia gay ha
logrado sus objetivos?

Los que estamos a favor de la familia y los valores tradicionales debemos
responder con el mismo esfuerzo coordinado y deliberado que han empleado los

radicales del movimiento gay según la siguiente estrategia:

1. Debemos definirnos como pro-matrimonio heterosexual. Esta diferencia es
esencial porque la homosexualidad y su corriente de pensamiento es una
amenaza contra la familia, contra el matrimonio y contra nuestro concepto de

la eminente santidad de la unión monógama, perpetua y sagrada entre un
hombre y una mujer. Este es un criterio primordial que hemos de sostener.
2. Reconocer que la mayor amenaza contra la familia no viene de la comunidad

gay. Viene de la infidelidad, del divorcio, de todas las tentaciones que
temen y padecen los heterosexuales en una cultura hedonista. Nuestra
respuesta no debería ir dirigida a los homosexuales o a las cuestiones
homosexuales, sino a la necesidad de dignificar, santificar y defender la
familia y la institución del matrimonio pues la verdad no requiere de
enfrentamientos.
3. Demostrar a la sociedad cómo se victimiza a la familia; cómo se ataca a
los padres que intentan defender la inocencia de sus hijos: no sólo en los
medios de comunicación, sino también en los colegios, por parte de un Estado

cada vez más hostil, y por grupos que promueven todo tipo de libertad de
expresión, excepto la de afirmar que el matrimonio heterosexual y monógamo
es, sin comparación, algo valioso e importante, por lo que merece la pena
luchar.
4. Destacar lo positivo. No necesitamos satanizar a nadie. Nuestra táctica
debe basarse en el amor y la compasión, y debe destacar lo positivo en lugar

de arremeter contra lo negativo de aquellos con quienes estamos en
desacuerdo o de caricaturizarlos grotescamente.
5. Al igual que pretenden acusarnos de ser intolerantes hacia ellos como una

minoría, debemos destacar la igualdad de derechos y la misma necesidad de
tolerancia que con tanta pasión se ensañan en negar hacia nuestros
principios y valores. No se puede ser totalmente liberal si no se es total y

absolutamente incluyente, por ello mismo caerían en una contradicción .

¿Podemos ganar en esta controversia? Podemos; más aún: debemos. Por el bien
de nuestras familias y por el bien de nuestra civilización. Y, sobre todo,
por nuestros hijos y nietos, y por su futuro.