Al llegar los frailes franciscanos a tierra azteca, descubrieron que los indígenas realizaban ritos y festividades en torno a sus dioses, muchos de ellos representados en esculturas o tallados en bajos y altos relieves en sus edificios. La mayor parte de estos ritos y festividades estaban acompañados por flores multicolores, música, cantos, alimentos y en algunas ocasiones por sacrificios humanos.
Por ello, entendieron que para evangelizar a estos hombres y mujeres tenían que hacerlo a través de sus costumbres, retomando sus símbolos de vida y retirando los de muerte. Así nacieron las primeras pastorelas.
Lo primero que se logró fue que los indígenas le cantaran al nuevo “Dios” que llegaba con ellos desde el viejo mundo. Fray Pedro de Gante fue el primero en componer metros muy solemnes sobre la ley de Dios y de la fe. En ellos explicaba cómo Dios se hizo hombre para librar al linaje humano y cómo nació de la Virgen quedando pura y sin mancha. Para la Pascua, mandó llamar a los indios a veinte leguas alrededor de México para que asistieran a la fiesta de natividad, congregándose un gran número de ellos en el patio de la iglesia quienes entonaron una canción que describía lo anterior: “Hoy nació el redentor del mundo.”
Para 1530, Fray Juan de Zumarraga ordenó que se escenificara la “La Natividad gozosa de Nuestro Salvador” durante las primeras fiestas de navidad que se celebrarían en tierras conquistadas. Así la Iglesia aprovechó el gusto indígena por el espectáculo y comenzó a crear un teatro catequizante.
Pocos años después se cree que fue Fray Andrés de Olmos quien redactó la primera pieza referente a la “Venida y Adoración de los Reyes Magos” y se cuenta que cerca de 5 mil indígenas presenciaron la escena. Los personajes que se representaron fueron: El Niño Jesús, La Virgen María, San José, Melchor, Gaspar, Baltasar, un mensajero, un ángel, el rey Herodes, un mayordomo y tres sacerdotes judíos. Estos, con algunas variaciones, son los personajes que se siguen presentando en la actualidad. A este fraile se le atribuye también un auto sobre el Juicio Final totalmente en náhuatl para la total comprensión de los indígenas.
Además de las pastorelas, empezaron a celebrarse Misas que llamaban de “aguinaldo” las cuales se celebraban durante nueve días continuos antes de la pascua. Estas “misas de aguinaldo” son las antecesoras de las Posadas las cuales se celebraban con gran fiesta.
En la Historia de los Indios de la Nueva España podemos darnos cuenta de la manera en la que se celebraban: “Adornan sus iglesias muy pulidamente con los paramentos que pueden haber y lo que les falta de tapicería suplen con muchos ramos, flores, espadañas y juncia que echan al suelo(....) y por donde tiene que pasar la procesión hacen muchos arcos triunfales hechos de rosas, con muchas labores y lazos de las mismas flores; y hacen muchas piñas de flores, cosa muy de ver (...) Los indios, señores y principales (...). con piñas de rosas en las manos, bailan y dicen cantares en su lengua de las fiestas que celebran que los frailes se los han traducido (...) y estos bailes y cantos comienzan a la media noche (...) La noche de navidad ponen muchas lumbres en los patios de las iglesias y en los terrados de sus casas y como son muchas las casas de azotea, y van las casas una legua y dos, y más, parecen de noche un cielo estrellado; y generalmente cantan y tañen atabales y campanas (...) Ponen mucha devoción y dan alegría a todo el pueblo...”
Motolinía describe que todos oían Misa en las capillas posas de las iglesias. Traían una estrella desde lejos, tirada de un cordel y delante de la imagen de la virgen y del niño Dios, ofrecían velas, incienso, palomas o codornices.
De esta manera vemos como la navidad empezó a celebrarse con música, bailes, cantos, piñatas y flores espectaculares que ellos llamaban cuetlaxochitl (flor de nochebuena). Y esta festividad se convirtió en tradición, primero para el indígena, después para el mestizo y el criollo y por último para las nuevas generaciones.
Un autor escribe dos siglos más tarde, sobre los mexicanops: “En todas estas devociones exceden a los europeos en mucho. Las funciones de iglesia las celebran con gran magnificencia. Las Campanas son más en número, de mayores tamaños y más sonoras que las de Europa” (Francisco de Ajofrín, siglo XVIII).