El ser humano es paradójico: Se desarrolla en la adversidad, crece en lo difícil y se pudre en la vida cómoda y fácil.
En la década de los 60 hizo su aparición la píldora anticonceptiva, dirigida por las potencias de la Tierra a disminuir la población del Tercer Mundo, pero luego los pobladores del Primer Mundo vieron que ella les facilitaba llevar una vida cómoda y la aceptaron ampliamente. Además, están las ganancias de por medio: La industria de los anticonceptivos ha llegado a la suma de siete millones de dólares de ventas anuales.
Los fabricantes de los anticonceptivos se esmeraron por silenciar los efectos de sus productos en la salud de la mujer. También es cierto que algunos de esos productos advierten, en letra pequeña, los riesgos implicados en su uso: engordan, provocan dolores de cabeza, e incluso cáncer. Los anticonceptivos fomentan una gratificación instantánea y el egoísmo. En cambio, los métodos naturales fomentan el dominio de sí y la generosidad. Los anticonceptivos avejentan a la mujer; el método natural la conserva joven.
Los anticonceptivos más que una solución, son un problema. Son un obstáculo real para la sana relación de la pareja; son la principal causa de los divorcios, porque la pareja que los usa ya no se ven con amor sino como cómplices. La desintegración familiar es la raíz de los males de nuestro tiempo, y gran parte de ella es provocada por la mentalidad anticonceptiva.
Mientras el sexo estuvo emparejado con la posibilidad de un embarazo, el sexo fue restringido mayormente al matrimonio. Ahora tenemos más sexo que nunca y también más infidelidades matrimoniales.
Algunos terapistas aconsejan a las parejas con problemas sexuales que dediquen, por un tiempo, su vida íntima a manifestaciones no sexuales, hasta que consigan una comunicación más profunda y una valoración equilibrada de la sexualidad. La abstinencia periódica ha sido una experiencia positiva para muchos. Cualquier persona bien informada sabe que el sexo no es una necesidad, en sentido estricto, como la alimentación y la respiración, aunque su uso se puede convertir en una dependencia psicológica.
La mujer se tiene que sentir apreciada, querida, preferida. El hombre se tiene que sentir admirado por su mujer. Debe de existir ternura en la relación varón-mujer. Hay un supuesto muy discutido que dice que el hombre ofrece cariño para obtener sexo y la mujer ofrece sexo para obtener cariño.
El mayor bien del matrimonio son los hijos, ¿qué píldora se les compara?... Ya es hora de reconocer que: El matrimonio no es el problema, sino los cónyuges que no se preparan para él.