Tradicionalmente
los padres de familia han procurado impartir una amplia educación a sus
hijos. Esta formación ha sido básicamente en aspectos académicos,
deportivos, de nutrición, de higiene, religión y vida social, entre
otros. Existen marcadas variaciones en la educación de los hijos según
el sexo de los mismos.
Así los papás, en muchos casos, tratan de influir en los gustos y
preferencias de sus hijos varones. Los empresarios despiertan en sus
muchachos el interés por la empresa, los agricultores estimulan a sus
hijos a sembrar, de igual forma en muchos otros casos.
Las condiciones actuales de nuestro mundo, demandan en todos sus
contextos, la presencia de auténticos líderes que participen en su buen
desarrollo. La formación de estos líderes nace, se desarrolla y se
fomenta en casa. El hogar es la primera y la más importante escuela de
la vida. Es por esto que los padres de familia debemos considerar esta
trascendente actitud en la educación de nuestros hijos.
¿Qué significa ser líder?
Muchos piensan que ser líder es tener una posición de mando, de
importancia. Lo relacionamos con los puestos políticos gerenciales o
sindicales. En realidad no es así. Ni todos los que ocupan la jefatura
de estas organizaciones son líderes, ni estos requieren de una posición
de este tipo para serlo.
Líder es aquél que posee un armónico equilibrio de carácter y
amabilidad, talento y humildad, dinamismo y paciencia, exigencia y
humanismo. Es quien se preocupa por el entorno que le rodea. Es decir,
por su familia, amigos, escuela, empresa, colonia y por su país.
El líder subordina el interés personal al beneficio del grupo.
Habla poco y hace mucho, es más bien seguido por su ejemplo que por sus
palabras. Siempre saca la cabeza en los momentos difíciles, adversos y
dolorosos. Es el que mantiene la serenidad para empujar al grupo y sólo
sabe decir: ¡adelante!
El que se dice líder y sólo se ha conocido en las épocas de bonanza
y prosperidad, no lo podemos catalogar así hasta no probarlo en la
adversidad. El líder da de sí, no para sí.
¿Nace o se hace?
Si el líder naciera como tal, como un ser predestinado, ¿Para qué
me hubiera molestado en preparar estas líneas? Estamos analizando la
formación de líderes, de seres humanos con potencial y capacidad pero
también con limitaciones e imperfecciones.
Es cierto que existen niños y jóvenes con características natas de
líder, sin embargo, necesitan de una adecuada formación para encauzar
sus talentos positivamente y para desarrollar a su máxima plenitud sus
cualidades naturales.
Para efecto de nuestro análisis, estamos resaltando el aspecto
formativo, es decir, "el líder se hace". Esto es por la parte que
depende del hombre y que puede moldearlo positivamente. Lo que no
depende de la voluntad del hombre es la parte genética. Lógicamente,
ésta también desempeña un decisivo rol en la personalidad del
individuo.
Con una adecuada formación, todo joven puede ser un líder.
Ciertamente cada líder ocupa un lugar diferente en la sociedad. Existe
un lugar para cada quien. Cada persona tiene el deber de servir a su
comunidad, así como el padre de familia tiene el deber de formar buenos
ciudadanos.
Aunque los padres no tienen toda la responsabilidad por el futuro
de sus hijos, no obstante, un buen ambiente y una buena dirección en la
educación de ellos, contribuyen en forma decisiva en la formación de
los líderes del mañana. Por supuesto, los hijos también cuentan, como
personas ellos tienen la última palabra.