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¿Hacer el amor?


Lo más probable es que muchas veces, dentro de la vida familiar, hayamos escuchado las palabras entrega, donación, fidelidad, ejemplo, paternidad,
y seguramente, aunque de forma vaga, podemos encerrar todas estas
palabras en el verdadero significado del amor. Sin embargo, es muy
claro el significado comercial del mismo, pero cada día es más turbio
su contenido, su verdadero significado.

Y es que el amor en la actualidad es una palabra manipulada. La
escuchamos varias veces al día y en todos los lugares. Incluso se nos
habla de hacer el amor. ¿Nos hemos preguntado si realmente el
amor es algo que se puede hacer y no más bien algo que ya existe y fue
creado por un ser Superior que nos ama -sin importar cuál sea nuestra
religión-?

Los hombres, en el acto sexual, no hacen el amor, sino más bien, expresan
su amor. Es muy común que los medios de comunicación pretendan
presentarnos al amor como un artículo de consumo, por el cual incluso
muchas veces debe pagarse a otra persona para que nos haga el
amor. El descaro es tal, que en las legislaciones de algunos países se
ha llegado a denominar a esto como un oficio o profesión. No cabe la
menor duda que ya no sólo durante la noche, sino también durante el
día, vemos esparcidos en nuestras calles a muchos profesionales del amor, dispuestos a escuchar nuestras ofertas para cerrar el trato.

Amor o sexo

Llegamos a confundir el amor con el sexo. ¿No fue quizá uno de los
más desorientados movimientos juveniles el que lleva por lema las
palabras paz y amor?, ¿Por el que miles de jóvenes de todas las
nacionalidades se separaban de sus familias para vivir en comunidades
de hippies, en las cuales las más de las veces prevalecía el sexo y la
drogadicción? ¿No es acaso el amor el principal tema que mueve a los
artistas y a los compositores para la realización de sus obras?

Desgraciadamente, en buena medida, los mismos medios de
comunicación se han dedicado a disfrazarnos el sexo como amor y nos han
puesto parámetros muy distintos de lo que en realidad significa éste.

Nuestras vidas y nuestras metas son bombardeadas constantemente por
estos términos equívocos, por lo cual se podría afirmar que en el mundo
en el que vivimos existe una desproporción absoluta entre aquellos que
destruyen el concepto del amor y aquellos que lo defienden. Por ello,
ahora más que nunca, es apremiante la necesidad de vivir ese amor en
nuestra familia y de saber distinguirlo para identificarlo y luego
seguirlo a lo largo de nuestras vidas.

El verdadero significado

Amar debe ser, pues, sinónimo de donación, y la donación implica
renuncia. Renuncia, muchas veces de uno mismo, en la entrega al otro, o
-por qué no decirlo- en su amor al otro. Y dicha entrega implica mucho
más que la simple contraprestación de placeres físicos.

Hace unos días, investigando sobre el tema, leía con tristeza la
definición que un conocido diccionario hacía sobre el significado del
amor. Decía textualmente: amor.- sentimiento que implica el ánimo hacia
lo que le place; sentimiento apasionado hacia una persona de otro sexo;
inclinación natural; objeto de cariño especial para alguno (ej. amor a
las artes); nombre de algunas plantas como el cedillo.

Esta no es sino una prueba más de la anarquía que existe sobre el
verdadero significado del amor. Los psicólogos afirman que el amor es
mayor en la medida de su firmeza y duración. Esto nos lleva a la
analogía de que el amor en el noviazgo y, desde luego, en el
matrimonio, encuentra un incomparable grado de intensidad, puesto que
la opinión de la pareja no se limita tan sólo a las caricias o al acto
sexual, que -dicho sea de paso- no es exclusivo de los hombres y da
placer también a los animales. La unión matrimonial abarca toda la
vida, incrementándose cotidianamente, a través del amor y sus
relaciones en el hogar.

Podríamos afirmar que en el cultivo del amor se va fortaleciendo el
amor mismo. De aquí la razón de que el amor matrimonial, cimentado en
un noviazgo reflexivo y maduro, lejos de que necesariamente se vaya
agotando hasta morir, sea más bien una disposición personal que va
creciendo y fortaleciéndose con el tiempo.

Para vivir en el amor hay que luchar a toda costa por conservarlo.
Hay que querer al amor, como se quiere a la vida misma, que pertenece
al ser amado. Cuán equivocadas están las parejas que comparan el amor
con un sentimiento que aparece y desaparece, según el estado de ánimo.
La perseverancia en el amor es un acto de voluntad que depende de la
entrega, la firmeza y la constancia de quien decidió unir su vida a la
de la persona amada.

Estas cualidades sólo pueden lograrse, mediante la incansable,
noble y reiterada actitud de comprensión y ayuda en todo momento, lo
que va dejando una huella en aquél que ama, hasta convertir su
hedonismo en un hábito del que se deriva la aceptación y la alegría en
la vida conyugal.

El amor sensible viene y va, mientras que el amor voluntario se cultiva y permanece.