La mayoría de los ciudadanos del mundo seríamos incapaces de recordar los nombres de más de media docena de polacos célebres, que a lo largo de los siglos han pasado a la Historia como eximias personalidades, dignas de recordarse para siempre.
Entre los polacos universales y que pocos humanos olvidarán, está el nombre de Karol
Wojtyla, el papa Juan Pablo II, que ha presidido la Iglesia católica a lo largo de 26 años.
Quede para los historiadores la tarea de relatar y destacar con detalle la ingente labor que este polaco insigne ha realizado en favor de la humanidad entera.
A los demás nos quedará para siempre en la memoria los constantes esfuerzos y muchos viajes que realizó por los cinco continentes en favor de la paz, la convivencia, la libertad y el entendimiento entre los distintos pueblos de la tierra, sin distinción de razas, lenguas, cultura o religión.
Un hombre grande y santo para la Iglesia. Un gigante para el mundo. Un padre para los jóvenes. Un valedor de los pobres y oprimidos. Un defensor de los derechos humanos. Un infatigable apóstol del ecumenismo. Un referente obligado para los alejados de Dios. Un regalo de la Providencia al mundo y un héroe nacional para su pueblo.
Orgullosos pueden estar sus compatriotas, los polacos, por este su insigne compatriota y agradecidos todos los demás por todo lo que su vida y muerte ha supuesto para mejora de nuestro mundo-¡Gracias Polonia¡.