Pepito
es un niño como muchos: travieso, creativo, obediente y responsable. Se
divierte viendo caricaturas, hace sus tareas, juega con sus hermanos y
muy a menudo con su perro, a quién él mismo cuida, es su adoración.
Sin embargo, Pepito no es feliz en su escuela que tanto le gusta.
En el colegio se comporta como un alumno callado, no le gusta
participar, demuestra escaso interés para trabajar y por esto es
continuamente relegado por su maestro, quien desconcertado afirma que
"no hay nada qué hacer con él."
Ante esto, Pepito tiene un gran sufrimiento del tamaño de su
pequeña personita y son los momentos de recreo el escape de la presión
interna que sostiene.
¿Por qué sufre este chiquitín de apenas diez años?
Volvamos al pasado para conocer un poco de su historia, porque
quizá al leerla muchos padres y maestros comprenderán el comportamiento
de tantos niños que se comportan como él.
A los cinco meses de edad, Pepito tuvo su primera enfermedad: una
fuerte infección en los oídos. Vencida esta dificultad se presentó
otra, aunque pareció común para todos; y es que empezó a hablar después
de los tres años de edad.
En su época preescolar el comportamiento de este niño aparentemente
no fue tan fuera de lo común, salvo que era muy travieso, inquieto,
desobediente, le gustaba jugar solo y mostraba un total rechazo por las
fiestas. Sus padres preocupados lo llevaron con un especialista en
ayuda sicopedagógica, quién lo encaminó hacia la mejora de su
comportamiento.
Meses después se descubrió que el chiquitín no oía bien, tenía
perdido el 20 por ciento de su audición, he ahí el motivo de la
desobediencia.
Después de una microcirugía
Pepito recobró su audición al 100 por ciento. Mas cuando aprendió a
leer llegó otro problema. El pequeño Pepito continuó sus estudios de
educación primaria bajo el sistema de enseñanza tradicional, cuyos
métodos a veces son rígidos y fríos para todos aquellos que necesitan
atención especial.
La vida de este pequeño transcurrió con altas y bajas, con más
esfuerzos que descanso, con la continua lucha de sus padres para que
pudiera aprobar cada año escolar, convirtiéndose este empeño en una
pequeña cruz para todos los involucrados, hasta sus maestros, quienes
lo etiquetaron como "el apático" o "el de los últimos lugares."
¿Por qué tanto fracaso si Pepe proviene de una familia estable ?
¿Por qué si Pepito es emocionalmente sano tiene tanto fracaso escolar ?
Dislexia auditiva
La respuesta es desconcertante... ¡Porque Pepito oye, pero no
escucha! A Pepito se le diagnosticó dislexia auditiva; un trastorno
poco conocido que desorienta a padres, maestros y al sujeto mismo que
la padece. Existen niños y adultos que viven y han vivido en un
universo interior que se le llama, universo dislexiado.
El fenómeno de la dislexia auditiva se debe a una disfunción del
captador auditivo del oído interno que acarrea los trastornos de la
lectura, la reproducción de la escritura y de elementos sonoros (de
sonidos) de la lengua hablada.
Sólo podemos emitir, leer y escribir lo que oímos, del mismo modo
que lo oímos. Por lo tanto el niño u adulto con dislexia auditiva oye,
pero no escucha, esto es como oír un radio cuya estación está mal
sintonizada, y la capacidad de escucha del sujeto recibe los sonidos
distorsionados.
Por tanto, la capacidad de interpretación y concentración de quien
tiene dislexia auditiva, será distorsionada al reproducir lo que ha
oído. Estos niños entonces se esfuerzan quince veces más que cualquier
otro en interpretar un dictado o al comprender una lectura hablada.
La cura
El Dr. Alfred Tomatis, famoso médico francés y especialista en
otorrinolaringología, ha desarrollado un método de cura para este
problema, que facilita la estimulación auditiva, que favorece y acelera
el desarrollo de las habilidades para escuchar el lenguaje y la
comunicación.
Su método ha acuñado el término de ’Audiopsicofonología’, porque la
terapia se basa en un oído electrónico que modifica los sonidos para
despertar el sentido de la escucha.
Volviendo a nuestro caso, Pepito no es sordo, es un niño que oye
pero no escucha, como tantas personas con fracasos escolares, de
quienes sus padres no encuentran respuestas a sus interrogantes.
Algunos síntomas para identificar un problema de escucha
A nivel del lenguaje oral-receptivo-expresivo:
- La persona necesita que se le repitan las instrucciones.
- Concentración deficiente.
- Tendencia a interpretar mal.
- Lenguaje lento (alto o bajo).
A nivel actitud e imagen:
- Movimientos excesivos al hablar
- Actitud indiferente, tendencia a aislarse.
Historia clínica y escolar:
- Circunstancias difíciles en el embarazo o nacimiento.
- Infecciones en el oído en los primeros años.
- Adaptación escolar difícil.
No desanimarse
Los muchos fracasos escolares no sólamente sancionan un sistema en
el que, al final se muestra que hay una sociedad que es incapaz de
asegurar la educación y la transmisión de los conocimientos de manera
integral, sino que también revela a los niños un malestar, y una
incapacidad de proyectarse un porvenir, en especial para aquellos que
no han descubierto su problema de escucha.
Pepito ahora está ante un nuevo universo, él sigue un tratamiento
auditivo en el Centro de Escucha; fue un niño que vivió por mucho
tiempo con un filtro deformante en su oído. Sin ser sordo se veía
obligado a corregir y compensar mediante la sobreinterpretación de su
análisis, lo que él leía. Fue uno de los últimos de su clase a pesar de
que empezaba con mucho empuje al comenzar cada año escolar.
Estos Pepitos en problema, que para muchos es algo sin
trascendencia, necesitan comprensión más que rigidez, en vez de
indiferencia, esfuerzo unido por parte de la familia y profesorado, sin
caer en el "apapache" o en el "como quiera sale."
Que el mañana de estos niños encuentre en ellos mismos la firmeza
que tanto necesitan, entonces esa creatividad que traen escondida en su
interior brillará en el universo de todos.