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Familias Fuertes y Unidas

Siendo el más precario de los seres humanos, el hombre requiere, para existir, de la aceptación de dos personas ajenas a él que en un momento determinado se unen y, en un acto supremo de libertad, le dan la vida. A partir del momento de la concepción, su existencia va a depender del amor, y su equilibrio, en parte, del de sus padres.

La familia es un islote privilegiado dentro de una sociedad despersonalizada. Debemos por ello preguntarnos cómo se potencia a la familia en su unidad y en convivencia y la amistad de sus miembros.

La familia es el único lugar en donde el ser humano es aceptado plenamente, sin condiciones, sea guapo o feo, inteligente o limitado, simpático o simple, se le quiere, se le acepta. Por eso, todo el mundo quiere tener una familia. Pero no faltan voces disidentes que afirman que: “La familia es la causante de todo lo malo”, y buscan la disolución de todas las tradiciones y vínculos. Se trata de echarle la culpa a otro de lo que tengo la culpa yo.

A la mujer se le impulsa a trabajar fuera del hogar y se le pone en una disyuntiva: trabajo u hogar, cuando la realidad es que puede elegir ambas. 

Hay que aprender de la Historia, la gran maestra. Ella narra que los israelistas, mientras estuvieron en Palestina, mantuvieron su personalidad histórica gracias a la religión y a la gran fortaleza de su organización familiar (Carlos Alvear Acevedo). La familia supo mantenerse con gran solidez, y esto contó mucho en la perpetuación del ser nacional hebreo. Los judíos desarrollaron una cultura de perfil propio. Lo que tomaron de otras culturas no afectó a las líneas esenciales de su fisonomía popular.

Hoy, se quiere cambiar el concepto de familia, y lo que da fuerza a un país es la unión familiar, por eso, es necesario que los gobiernos se solidaricen con la maternidad de las mujeres, que no les condicionen el empleo a que no tengan más hijos. Los gobiernos deberían tener un mínimo de intervención en las empresas privadas para que no coaccionen a las mujeres a no embarazarse o a limitar el número de hijos que ellas desean tener. Se penaliza a las mujeres que tienen hijos en vez de ayudarlas, cuando están formando a los futuros ciudadanos del país.

Libertad en la familia

El Quijote explica: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre, por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida “ (Cervantes).

La libertad “es una propiedad de la voluntad del hombre por la que autodetermina en sus actos hacia el fin”[1]. La libertad se ha de usar para elegir de entre varios bienes el que parece más adecuado. Si un hijo va por mal camino, papel de los padres es orientarlo. Los adolescentes piden reglas a gritos.

Toda visión de la vida depende de cómo se interprete la relación entre tres elementos capitales: el hombre, el mundo y Dios. La ideología liberal admite los tres elementos, pero niega la dependencia actual del hombre y del mundo respecto a Dios. Éste sería el Arquitecto universal de una obra que realizó hace millones de años[2].

Para el Liberalismo, el hombre es el único protagonista de la historia, y su libertad es norma de sí  misma: no existen criterios objetivos y exteriores. Al concebir la libertad como valor supremo, no se acepta el peso de la responsabilidad estable, pues implica cierta limitación del futuro obrar. Es fácil advertir que el Liberalismo, con su concepción individualista del hombre, da origen a una sociedad egoísta.

“Porque mientras los animales obedecen solamente a sus sentidos y bajo el impulso exclusivo de la naturaleza buscan lo que les es útil y huyen de lo que les es perjudicial, el hombre tiene a la razón como guía en todas y en cada una de las acciones de su vida. Pero la razón a la vista de los bienes de este mundo, juzga de todos y de cada uno de ellos que lo mismo pueden existir que no existir; y concluyendo, por esto mismo, que ninguno de los referidos bienes es absolutamente necesario, la razón da a la voluntad el poder de elegir lo que ésta quiera”[3].

Existen verdades que abren nuevas posibilidades a la libertad, son verdades existenciales; en cambio, hay verdades que no afectan demasiado mi vida diaria, como que “la Tierra da vueltas alrededor del sol”, o que “el río Bravo mide X kilómetros”, saberlo o desconocerlo no me afecta demasiado.

La Ley de Arquímides da los datos necesarios para lograr que un avión aterrice: resuelve un problema de desplazamiento. Realizado este bien (de viajar), el hombre puede buscar nuevos bienes. Mi deseo de bien no se aquieta con eso, busca más.

La voluntad es la actividad creativa del ser humano; la inteligencia no tiene poder creativo, sólo me dice cómo están las cosas. El error se da cuando la inteligencia atribuye a un sujeto algo que no es así. En el caso que nos ocupa, cuando un médico atribuye a la maternidad la categoría de enfermedad, y trata de erradicarla.

Dentro de las verdades existenciales que dan un giro distinto a la vida –dependiendo de si se aceptan o no- están: la existencia de la inmortalidad del alma, la existencia de Dios, es mejor ser que no ser, y el pensar, por ejemplo, que “más vale sufrir una injusticia que hacerla”.

Género: 

Con el género se pretende aplicar un instrumento de trabajo a la realidad. Cuando la realidad no confirma la teoría, hay que cambiar la teoría, o al menos modificarla.

El método de ajustar los principios al modo como viven los hombres, es precisamente una perversión del orden debido de las cosas. Es la postura de quienes creen que deberíamos cambiar la moral para acomodarla a nuestra inmoralidad[4].

Las cosas son lo que son y no son lo que no son. Esto que parece una verdad evidente es negado por algunas personas que le han dado un giro de 180 grados a la Metafísica. San Agustín: “Verdadero es aquello que es”. Las cosas SON, excluyendo lo que se pueda creer acerca de ellas e incluso muchas veces SON algo distinto de su apariencia. Un hombre puede “parecer” mujer pero la realidad  es que es varón.

La mujer que pierde su identidad no puede ayudar a nadie. Algunos tipos de feminismo han causado estragos en la mujer, en la familia y en la sociedad. 

Hay mujeres para quienes la perspectiva de género lo es todo. Dicen: El género es una construcción social y cultural. Y luego dicen que hay cinco géneros cuando la realidad nos dice que hay sólo dos: mujer y varón. El género es un concepto instrumental, se puede usar, se puede trabajar con él hasta que la realidad lo permita y no se llegue a contradicciones, si se quiere ser intelectualmente honrado. La realidad ha de estar por encima de todo. Cuando el género se contradice, hay que adaptarlo a la realidad. El género debe plegarse a la realidad y no la realidad al género.

A veces las metas de las instituciones gubernamentales están desfasadas. Ejemplo: En las “Metas a mediano plazo, (diciembre 2004)” n. 8, de la SSA, se señala como uno de los objetivos: “Desarrollar mecanismos de difusión e información en lengua indígena sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”. Sabemos que lo que nuestros indígenas necesitan es comer, es capacitarse para ejercer un oficio profesión; es decir, necesitan educación y servicios de salud. Además, por definición, los derechos sexuales incluyen el aborto, lo cual es una aberración. La riqueza de los indígenas son sus hijos, Serán su sostén en la vejez.

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[1] S. Th. I, II, q. 6.

[2] José Ramón Ayllón, En torno al hombre, Rialp, p. 119.

[3] León XIII, L.P. n. 3.

[4] Cfr. Fulton J. Sheen, Errores y verdades, Azteca p. 32 y 47.