¿Es posible el mundo que soñamos?
Elementos de reflexión para la comunidad diocesana a la luz de la
Cuaresma
1.-El Papa Benedicto XVI nos dirigió un Mensaje con motivo de la
Cuaresma 2006 partiendo de la afirmación bíblica: “AL VER JESÚS A LA
MULTITUD SE COMPADECÍA DE ELLA” (Mt.9,36). Jesús se conmovió y se
compadeció ante la realidad de un pueblo abatido por la pobreza, las
enfermedades y dolencias, desorientado “como ovejas sin pastor”,
esclavizado por las ambiciones del poder invasor de la época.
2.-No muy distinta es la vivencia de nuestros pueblos. Los
Informativos cotidianos colocan sobre nuestra mesa situaciones
conflictivas que generan angustia, perjuicios, impotencia, tensiones
por el emprendimiento de las papeleras, por las ocupaciones, la
inseguridad callejera, el deterioro por el consumo creciente de la
droga, especialmente entre los jóvenes, por el alcoholismo, y tantas
otras situaciones que provocan rivalidad discordia.
3.-La mirada compasiva de Cristo también hoy se detiene sobre
nuestra gente y sobre nuestros pueblos, puesto que en el proyecto de
Dios, su Padre, todos, absolutamente todos, están llamados a una
vida digna y plena en la igualdad, en la fraternidad y en la
justicia. Jesús, testigo fiel, denuncia las insidias que se oponen
aún a costa de su propia vida.
4.-Soñamos un mundo donde el diálogo sustituya la desconfianza,
donde la escucha desprejuiciada acoja la parte de verdad que hay en
cada persona, donde el poder se ejerza teniendo presente las
necesidades de los más pobres y de los más frágiles.
5.-Hoy nos preocupa el distanciamiento de pueblos hermanados por la
historia, la cultura, la religión; la agresividad en los términos y
comportamientos ante los conflictos sociales perdiendo mesura y
objetividad indisponiendo en las búsquedas de soluciones que no
discriminen personas, grupos o situaciones. La desconfianza de los
espacios insustituibles de diálogo en una sana y democrática
confrontación desde donde emerjan soluciones consensuadas que
contribuyan el bien de todos por encima de los intereses
particulares. Juan Pablo II nos decía: “De alguna manera, todos
están implicados en el trabajo por el bien común, en la búsqueda
constante del bien ajeno como si fuera el propio” (Mensaje Jornada
mundial por la paz, 1 de enero de 2006).
6.-Nuestro compromiso como creyentes, inspirados y fortalecidos por
el Evangelio de Jesús, es contribuir a lograr respeto a las
personas, el bien de todos y que nos abre a que es posible el mundo
que soñamos en la medida en que nos anime un espíritu de inclusión y
no de exclusión, de fraternidad y no de competitividad, de fe y de
esperanza donde se levante la bandera del diálogo hasta que se
agoten todas las vías evitando siempre todo gesto de crispación.
7.-El Dios en el que creemos y al que invocamos no es un Dios que
toma partido a favor de unos en contra de otros sino que es creador
del bien de todos por caminos, que no imaginamos, pero posibles para
quien tiene una creatividad sin límites y una mirada que va más allá
de nuestros estrechos horizontes condicionados por nuestros
intereses individualistas. “Es Él el que dirige las voluntades para
que se dispongan a la reconciliación. Es su Espíritu el que mueve
los corazones para que los enemigos vuelvan a la amistad, los
adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión. Con su
acción eficaz consigue que las luchas se apacigüen y crezca el deseo
de la paz; que el perdón venza al odio y la indulgencia a la
venganza” (II Plegaria Eucarística de la Reconciliación). Todos
somos hijos de Él, todos somos hermanos y, por eso, le decimos:
Padre nuestro”.
8.-El tiempo de Cuaresma es una oportunidad para conformar nuestra
mirada a la de Jesús, ver las personas, las situaciones desde el
estilo de Jesús, desde su Evangelio.
El ayuno y la limosna, junto con la oración, tradicionales prácticas
cuaresmales, son una ocasión de conversión para que nuestra mirada
se asemeje más a la mirada de Cristo, renovando el compromiso:
*de cara a nuestro prójimo en un amor verdadero y desinteresado que
no busca ostentación;
*de cara a Dios en una oración que no se conforma con palabras y
gestos exteriores, sino que brota de un corazón humilde y sencillo;
*de cara a nosotros mismos librándonos de la idolatría del tener,
del afán de suficiencia para poder ver con el corazón dónde se
necesita el amor.
9.-Concluyo con las Palabras del recordado Juan Pablo II en el
mencionado Mensaje sobre la paz: “Ningún hombre, ninguna mujer de
buena voluntad puede eximirse del esfuerzo en la lucha para vencer
el mal con el bien”.
+Orlando Romero
Obispo de Canelones
Canelones, 1º de Marzo de 2006, en el Miércoles de Ceniza