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En busca del rostro de Jesús

Hace un par de meses surgieron noticias sobre una supuesta reconstrucción del rostro de Jesús, a partir de un tipo humano cogido al azar (y para mi gusto poco elegante), pero enseguida se hizo noticia.

Esos días las cadenas de televisión nos ofrecían las producciones cinematográficas sobre los tiempos de Jesús, que para mi gusto son buenas porque muestran personajes de la época sin presentar un actor que represente Jesús, que siempre es más o menos decepcionante, aunque se hacen buenos esfuerzos como la reciente película de “El hombre que hacía milagros”.

Nos es velado el rostro de Jesús, y la búsqueda no puede cesar, pues como decía la revista “Time” (6.12.2000) la figura de estos 2000 años más influyente es Jesús de Nazaret: "un hombre que vivió una vida corta, en un lugar atrasado y rural del Imperio Romano y que murió en agonía como un criminal convicto y que nunca se propuso causar ni la más mínima porción de los efectos que se han obrado en su nombre.

¿Quién fue, entonces, Jesús? ¿Cómo podemos saber más de él? Tenemos poco que pueda llamarse historia acerca de este hombre". La revista “Tiempo” (17.12.2000) decía que "Jesús ha sido el hombre... que más ha influido en la Historia y en el pensamiento de Occidente. Superior a los dioses y a los profetas de todos los tiempos. En su nombre se hicieron las entregas más humanitarias para ayudar al prójimo...” y por desgracia han usado su nombre para cometer también atrocidades...

No quiero ahora entretenerme en considerar las semejanzas entre el Jesús que aparece en la sábana santa y los iconos de las iglesias orientales. En cualquier caso, una vez se ha desprestigiado la prueba de carbono 14 que le hicieron hace unos años, sigue apareciendo la “santa sindone” como uno de los mejores testimonios del rostro de Jesús, de este Jesús que nació, rezó y ayunó, que murió en el Calvario, con el sacrificio de la cruz, en una victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte. Sin embargo, la imagen que podemos encontrar sobre todo es interior.

Juan Pablo II nos invita a fijar la mirada en el rostro de Cristo crucificado y hacer de su Evangelio la regla cotidiana de vida. Decía una chica que es muy difícil explicar esta experiencia: “cuando crees en el Evangelio, cuando rezas, te sientes mejor, y sería estupendo que viviéramos lo que nos enseña... el mundo sería distinto”. Hay una cierta “experiencia de Dios”, un “laboratorio” en el que descubrimos, aún dentro del ambiente secularizado que nos rodea, el rostro de Jesús.

Como publica el semanario Life, "parece claro que el cristianismo no desaparece... está el reto... Él animó al hombre a hacer mejor las cosas, a ser caritativo, a perdonar. Habló de fe, esperanza y amor. Las instituciones suben, y después caen; las sectas cambian, sin propósito fijo, lo esencial; los buscadores persiguen la verdad literal o el cumplimiento espiritual. Todo en respuesta a un hombre que habló hace 2000 años.

Todo en respuesta al desafío o reto de Jesús". Pienso que la revelación cristiana atrae porque nos habla de que tenemos un Padre y que todos somos hermanos, cosa que nos conmueve porque si no hay padre no hay fraternidad, por mucho que seamos hijos de los hombres de Atapuerca. Además, estamos todos interesados en el tema de qué será después de la muerte (últimas preguntas) y cuál es el sentido de la vida (las penúltimas preguntas).

En un artículo de “El País” se decía que si bien hay pocos datos de su vida, no es serio sospechar que el Jesús de la fe no sea el histórico, pues no se sostiene lo de que fue una imagen inventada por los judíos disidentes: "Cristo es un hecho actual; no preguntaríamos por su pasado si no existiera este ´hoy´. Es más, todo el mensaje de Jesús va dirigido a atraer a los hombres al reino de Dios, y, por tanto, a sobrepasar el marco del tiempo".

Este es el misterio del rostro de Jesús, que su presencia se realiza hoy, en nuestras circunstancias históricas. “Cristo, ayer, hoy y siempre”, recordaba “Alfa y omega” (17.2.2001). Tenía razón Dostoyevsky cuando en "Los demonios" preguntaba "¿Puede un hombre culto, un europeo de nuestros días, creer aún en la divinidad de Jesucristo, Hijo de Dios? Pues en ello consiste propiamente la fe toda".

Cuando “The Economist” (23.12.2000) recuerdan que "vivimos el momento de Cristo", y preguntan a George W. Bush (hijo, metodista) qué filósofo tuvo más influencia en su pensamiento, responde "Cristo, porque Él cambió mi corazón", cosa que desató una riada de religiosidad, sobre todo desde que ha sido elevado a Presidente de los Estados Unidos...

«¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Lucas 24, 5-6), preguntó el ángel a las santas mujeres aquel primer domingo de pascua, y como una onda que pasa transversalmente a través de los siglos, parece que aletean en el aire estas palabras del ángel, para que el anuncio de la resurrección de Jesús llegue a toda persona de buena voluntad y todos nos sintamos protagonistas en construir un mundo mejor.