El misterio del dolor y el sufrimiento
Uno de los misterios que siempre han inquietado al hombre y
con el que frecuentemente tiene que convivir es el del sufrimiento
y el dolor. Se pregunta o nos preguntamos sobre su sentido y
la causa de ésta experiencia que nos desgasta y puede
llegar incluso a quietarnos la paz y la felicidad. Por ello en
nuestras próximas catequesis, queremos hacer un comentario
sobre este particular. Para ello nos referiremos a la excelente
encíclica de Juan Pablo II «Salvifici Doloris» en
la cual trata sobre este gran misterio. El Sumo Pontífice
inicia su reflexión sobre el sufrimiento humano diciendo
cómo el «sufrimiento parece ser particularmente
ESENCIAL A LA NATURALEZA DEL HOMBRE» (SD 2), el cual desde
su nacimiento es frágil de manera que su cuerpo experimenta
la sed, el hambre, el calor; si se corta, sangra y experimenta
el dolor en su carne, de hecho el mismo Cristo, lo vivió en
toda la magnitud que cualquier hombre lo puede vivir, e incluso
hasta el mismo extremo. (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 2]
El sufrimiento humano es una aspecto complejo de la vida del
hombre del cual ni la misma ciencia medica atinan a responder
con facilidad, aun y cuando ésta esta empeñada
no solo en prolongar la vida humana, sino, y sobre todo, en evitar
el sufrimiento. De hecho, podemos decir que «el hombre
sufre de modos diversos, no siempre considerados por la medicina,
ni siquiera en sus más avanzadas ramificaciones. El sufrimiento
es algo todavía más amplio que la enfermedad, más
complejo y a la vez aún más profundamente enraizado
en la humanidad misma» (SD 5). Esto encuentra su fundamento
en la complejidad del hombre que es Alma y Cuerpo, por lo que
el sufrimiento no únicamente se radica en nuestros miembros,
sino en lo más profundo de nuestro ser, ahí donde
solo nosotros y Dios tenemos accesos, por lo que el dolor moral,
puede en muchas ocasiones ser más intenso e incluso más
difícil de entender y de sanar, pues estamos hablando
del dolor del alma. « Se trata, en efecto, del dolor de
tipo espiritual, y no sólo de la dimensión" psíquica " del
dolor que acompaña tanto el sufrimiento moral como el
físico. La extensión y la multiformidad del sufrimiento
moral no son ciertamente menores que las del físico; pero
a la vez aquél aparece como menos identificado y menos
alcanzable por la terapéutica. » (Ibid). (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 3]
Podemos decir que en el AT existe una identificación
entre mal y sufrimiento. Sin embargo, esto es debido a que el
lenguaje hebreo no tiene otros elementos para expresar lo que
el hombre padece, por ello en las versiones griegas y en el NT
nos encontramos que no todo mal es sufrimiento o que no todo
sufrimiento tiene como origen el mal. Para el cristiano, la dimensión
del sufrimiento tiene una valencia diferente a la que tiene para
otras religiones y concepciones humanas, pues para quien tiene
fe, «se podría decir que el hombre sufre A CAUSA
DE UN BIEN del que él no participa, del cual es en cierto
modo excluido o del que él mismo se ha privado. Sufre
en particular cuando "debería" tener parte -
en circunstancias normales - en este bien y no lo tiene».
(SD 7) Este bien, al que se refiere su Santidad no es otro que
el Paraíso mismo, la vida bienaventurada, la eternidad,
en donde todo es gozo, alegría y paz. Es por ello que,
como dice el Papa, «El sufrimiento humano constituye en
sí mismo casi un específico "mundo" que
existe junto con el hombre, que aparece en él y pasa,
o a veces no pasa, pero se consolida y se profundiza en él» (SD
8). ( Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 4]
Cuando el hombre experimenta el dolor y el sufrimiento, sobre
todo cuando éste es producido por cataclismos naturales,
por la guerra y el hombre, la enfermedad y la muerte de los niños,
acontecimientos y situaciones que flagelan no solo a quien enferma
sino a los que conviven con el enfermo, lleva continuamente al
hombre a preguntarse el por qué o el para qué de
este sufrimiento, ¿cuál es el sentido de todo este
sufrimiento? Esta pregunta que está en íntima relación
con el sentido del mal en el mundo, debemos admitir que son preguntas
difíciles de responder sobre todo cuando las hacemos de
hombre a hombre, pero más aun cuando las preguntamos a
Dios, pues ante una falta de respuesta convincente lleva al hombre
en no pocos casos no solo a conflictos y frustraciones en su
relación con Dios, sino incluso a la negación misma
del Creador. «En efecto, si la existencia del mundo abre
casi la mirada del alma humana a la existencia de Dios, a su
sabiduría, poder y magnificencia, el mal y el sufrimiento
parecen ofuscar esta imagen, a veces de modo radical, tanto más
en el drama diario de tantos sufrimientos sin culpa y de tantas
culpas sin una adecuada pena.» (SD 9). (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 5]
En la búsqueda de respuesta adecuada, el pueblo de Dios
reflexiona sobre el dolor, el sufrimiento y la enfermedad, la
cual cual años habia vinculado al mal: El sufrimiento,
y la enfermedad son el castigo que Dios manda por haber cometido
una falta grave contra el Creador. Sin mebargo, el libro de Job,
nos muestra que no es así. En su desarrollo nos presenta
a tres amigos de Job, quien ha perdido todo: sus hijos, sus ganados,
e incluso la misa salud, quienes buscan convencerlo de que todos
estos males solo pueden tener como origen la infidelidad de Job.
Para ellos, como dice el Papa, «el sufrimiento aparece,
[...] como un "mal justificado". La convicción
de quienes explican el sufrimiento como castigo del pecado, halla
su apoyo en el orden de la justicia, y corresponde con la opinión
expresada por uno de los amigos de Job: "Por lo que siempre
vi, los que aran la iniquidad y siembran la desventura, la cosechan" (Jb
4,8.)» (SD 11). Si embargo, Dios irrumpe en la escena para
hacerles ver que el dolor y el sufrimiento no es un castigo que
Dios manda sobre los hombres y el cual debe ser aceptado como
un misterio que el hombre no puede comprender a fondo con su
inteligencia. (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 6]
Yendo más allá, y basados precisamente en el aspecto
moral, el sufrimiento nos lleva a comprender que el mal que se
padece, aunque no está directamente vinculado con el mal
moral, presenta la oportunidad de llevarnos a la conversión.
De esta manera el mal sufrido, que se convierte en dolor, va
adquiriendo sentido en cuanto que nos empuja a la conversión.
Por ello dice el Papa: «El sufrimiento debe servir PARA
LA CONVERSION, es decir, PARA LA RECONSTRUCCION DEL BIEN en el
sujeto, que puede reconocer la misericordia divina en esta llamada
a la penitencia. La penitencia tiene como finalidad superar el
mal, que bajo diversas formas está latente en el hombre,
y consolidar el bien tanto en uno mismo como en su relación
con los demás y, sobre todo, con Dios». (SD 12).En
otras palabras, podemos decir que el hombre al experimentar su
fragilidad, es llevado a profundizar en el fin último
de su vida, el cual, ante el desmoronamiento de su existencia,
es llevado a la esperanza de la vida futura, en la cual ya no
hay llanto ni dolor, pero la cual no se obtiene sin una vida
en comunión con Dios. (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 7]
Podemos decir que la llave que de alguna manera abre la puerta
del misterio del dolor es el amor. El Papa en su encíclica
lo explica diciendo que «el Amor es también la fuente
más plena de la respuesta a la pregunta sobre el sentido
del sufrimiento. Esta ha sido dada por Dios al hombre en la cruz
de Jesucristo» (SD 13). Por ello, para poder penetrarlo
es necesario, por un lado ir a la Revelación y por otro
lado comprender la sublimidad del amor divino. Al margen de esta
dos consideraciones, el sufrimiento se presenta como un sin sentido.
Si retomamos lo que hemos dicho sobre la union que existe en
etre el pecado y el sufrimiento, podemos darnos cuenta, como
claramente lo presenta el Génesis, que el origen del sufrimiento
está en el pecado, pues a partir de ahí es cuando
tanto el hombre como la mujer experimentarán no solo la
fatiga sino el dolor (cf. Gn 3,16-19). Este pecado, el cual san
Pablo, llama «la frustración del universo» (cf.
Rm 8,20-23) que lo lleva a la muerte. Sin embargo debemos entender
este pecado no únicamente como nuestro pecado persona,
sino, comolo entiende la Revelación la cual se refiere
a la muerte definitiva como separación de Dios. Por ello
decía el p. Félix de Jesús, que «el
dolor es lo que el hombre experimenta al ponerse en contacto
el pecado con el amor». De manera que no estamos entonces
hablando únicamente de nuestro pecado personal, sino de
lo que san Pablo llama «el misterio de iniquidad» que
está en el mundo (cf. 2Tes 2,7). (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 8]
Podemos, ahora decir que el sufrimiento del hombre está en
una relación estrecha con la idea grabada en su corazón
de haber sido creado para la eternidad y experimentar el deterioro
de su persona (producto de la enfermedad e incluso de la vejez)
y que en su finitud siente que le impedirá alcanzar el
fin definitivo para el cual fue creado. Esto produce en él
dolor, soledad y sobre todo angustia al ver que la vida se le
escapa sin remedio y que su permanencia eterna no se realizará.
Esta experiencia, sin lugar a dudas, es producto del pecado original
que ha nublado el entendimiento humano impidiéndole ver
que a pesar de este deterioro su vida se encamina hacia la eternidad.
Si a esto añadimos que cuando el hombre no solo ve viciada
su visión del futuro por el pecado original sino incluso
con el pecado personal, el sufrimiento se hace aun más
grande pues, el alma, ahora no solo experimenta el ver que su
cuerpo se destruye, sino que todo él se encamina hacia
la muerte eterna, a la separación definitiva de Dios.
Esto, aunque el hombre no creyente no lo acepte o lo crea, está gravado
en el alma, y ésta, que ve hacia donde se dirige, padece
y con ello se incrementa el sufrimiento en el hombre. Por ello
dice el Papa: «El mal, en efecto, está vinculado
al pecado y a la muerte. Y aunque se debe juzgar con gran cautela
el sufrimiento del hombre como consecuencia de pecados concretos
(esto indica precisamente el ejemplo del justo Job), sin embargo, éste
no puede separarse del pecado de origen, de lo que en san Juan
se llama "el pecado del mundo" (Jn.1,29), del TRASFONDO
PECAMINOSO de las acciones personales y de los procesos sociales
en la historia del hombre. Si no es lícito aplicar aquí el
criterio restringido de la dependencia directa (como hacían
los tres amigos de Job), sin embargo no se puede ni siquiera
renunciar al criterio de que, en la base de los sufrimientos
humanos, hay una implicación múltiple con el pecado.» SD
15. (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 9]
Podemos ver entonces que efectivamente existe una vinculación
entre la muerte, el pecado y el sufrimiento del hombre. Es por
ello que, si bien Jesús no vino a quitar la enfermedad,
las catástrofes, etc., las cuales son parte de la vida
del mundo y de nuestra existencia en él, si vino para
que desapareciera de nosotros el estado de angustia y de temor
que son la causa del sufrimiento humano. «Con su obra salvífica
el Hijo unigénito libera al hombre del pecado y de la
muerte. Ante todo el borra de la historia del hombre el dominio
del pecado, que se ha radicado bajo la influencia del espíritu
maligno, partiendo del pecado original, y da luego al hombre
la posibilidad de vivir en la gracia santificante. En línea
con la victoria sobre el pecado, El quita también el dominio
de la muerte, abriendo con su resurrección el camino a
la futura resurrección de los cuerpos. Una y otra son
condiciones esenciales de la "vida eterna", es decir,
de la felicidad definitiva del hombre en unión con Dios;
esto quiere decir, para los salvados, que en la perspectiva escatológica
el sufrimiento es totalmente cancelado. Como resultado de la
obra salvífica de Cristo, el hombre existe sobre la tierra
CON LA ESPERANZA de la vida y de la santidad eternas.» SD
15 (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 10]
Podemos decir que con la redención traída por
Cristo, las raíces del pecado, que son la causa profunda
del sufrimiento del hombre, han sido redimidas y así el
hombre, aunque padece por su finitud, se abre a la «esperanza
cierta» de la vida que no acaba y con ello desaparece todo
estado de angustia y frustración, lo que le permite vivir
con paz el hecho de que su carne, irremisiblemente se destruirá.
El mismo Jesús quiso no solo acercarse al mundo del sufrimiento,
sino experimentarlo en su propia carne. Así como todo
humano, conoció y vivió en plenitud el proceso
que conduce al hombre a Dios: la muerte. Pero para Cristo, la
muerte no fue fracaso sino triunfo. El sabía que iba al
Padre, y aun en medio de los dolores atroces de la crucifixión,
tiene palabras de consuelo para la humanidad, para sus amigos
y para su misma Madre. Con Jesús el misterio del sufrimiento
no se devela, sino que se redimensiona. El sufrimiento, deja
de ser esterilidad y camino al vació, para convertirle
en fuente de redención, purificación y acercamiento
a Dios. «Precisamente por medio de este sufrimiento suyo
hace posible "que el hombre no muera, sino que tenga la
vida eterna". Precisamente por medio de su cruz debe tocar
las raíces del mal, plantadas en la historia del hombre
y en las almas humanas. Precisamente por medio de su cruz debe
cumplir la obra de la salvación.» SD 16 (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 11]
En este encuentro con la dimensión del Sufrimiento en
relación al pecado, nos encontramos que Dios mismo permitió que
Jesús, siendo su Hijo único, experimentara de manera
total lo que nosotros los hombres padecemos por causa del pecado.
El hombre-Dios, clavado en la Cruz, experimenta la consecuencia
definitiva del pecado y con ello el dolor máximo (aun
sin haber cometido pecado, lo que revela que el dolor y el sufrimiento
no están en relación única con el pecado).
En la cruz experimenta el estar lejos de Dios, cuando dice: “Dios
mío Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Y
es que de acuerdo a la tesis que hemos venido sosteniendo, la
consecuencia trascendente del pecado es la separación
de Dios, y es ahí en donde el hombre experimenta no solo
el sufrimiento y el dolor corporal, sino el más grave
que es el sentir que su vida se le escapa y que no verá más
a Dios. Sin embargo, una vez redenta incluso esta experiencia,
la paz vuelve a él y es capaz ahora de entrar con paz
en el momento definitivo del hombre que es la muerte. Jesús
muere en medio de dolores atroces en su cuerpo, pero con una
infinita paz. «El sufrimiento humano ha alcanzado su culmen
en la pasión de Cristo. Y a la vez ésta ha entrado
en una dimensión completamente nueva y en un orden nuevo:
HA SIDO UNIDA AL AMOR, a aquel amor del que Cristo hablaba a
Nicodemo, a aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso
del mal, sacándolo por medio del sufrimiento, así como
el bien supremo de la redención del mundo ha sido sacado
de la cruz de Cristo, y de ella toma constantemente su arranque.
La cruz de Cristo se ha convertido en una fuente de la que brotan
ríos de agua viva» SD 18. (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 12]
Podemos ahora decir que con Jesucristo y sobre todo EN Cristo,
el hombre puede vivir el misterio del dolor y el sufrimiento
en paz. Y es que en Cristo, el hombre es liberado de todos sus
temores, principalmente el de la muerte eterna. Con ello, el
sufrimiento no es ya capaz de atemorizar al hombre, no tiene
ya poder sobre él pues el pecado ha sido sometido por
la cruz de Cristo. Quien vive en Cristo, no obstante que al igual
que sus hermanos en la humanidad, se verá sometido a la
destrucción de su carne, como único medio para
alcanzar la vida en el Paraíso, su respuesta al sufrimiento
no será de desesperación sino de paz. Fortalecido
con la gracia del Espíritu Santo, podrá descubrir
en el sufrimiento, un auténtico camino de redención
y podrá unirse, como Cristo, de una manera más íntima
al Padre. Además, Cristo habiendo padecido por y con nosotros,
es ahora una auténtica fuente de consolación para
todos aquellos, que como él, nos vemos envueltos en el
misterio del dolor (cf. 2Cor 1,5). (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 13]
Por otro lado, es el misterio del dolor el que, como a Cristo,
nos introduce en la vivencia terrena del Reino. (Debemos decir
terrena, pues sabemos que en el cielo ya no hay llanto, ni dolor,
sino únicamente gozo, alegría y paz). De la misma
forma que los padecimientos de Cristo abrieron el camino de salvación
para toda la humanidad, de esta misma manera, cuando el hombre
une sus sufrimientos a los de él, se abre misteriosamente
para él un nuevo modo de ver las cosas, las personas e
incluso sus propios padecimientos (cf. 2Tes 1,4-5). Es por ello
que el Papa escribe en su encíclica sobre el dolor «Mediante
sus sufrimientos, éstos devuelven en un cierto sentido
el infinito precio de la pasión y de la muerte de Cristo,
que fue el precio de nuestra redención: con este precio
el reino de Dios ha sido nuevamente consolidado en la historia
del hombre, llegando a ser la perspectiva definitiva de su existencia
terrena. Cristo nos ha introducido en este reino mediante su
sufrimiento. Y también mediante el sufrimiento MADURAN
para el mismo reino los hombres, envueltos en el misterio de
la redención de Cristo.» SD 21 (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 14]
Sin lugar a dudas que uno de los elementos que hacen que el
hombre pueda atravesar el misterio del sufrimiento y del dolor
en paz, es la aceptación amorosa de la cruz. Para Cristo,
el martirio de la cruz no fue únicamente aceptado como
si no hubiera ninguna otra alternativa, Jesús no se «resigno» a
sufrir, sino que amó y se entrego a la cruz. Es por ello
que cuando el sufrimiento, la enfermedad, la desgracia es asumida
por el hombre, ésta pierde su efecto destructor, para
convertirse en el medio por el cual caminamos hacia la vida eterna,
pues conscientes de que el deterioro de nuestra carne y en general
de nuestro cuerpo no es un castigo de Dios, sino precisamente
es el proceso natural por el cual Dios pensó en llevarnos
a vivir eternamente con él (que es parte de todo este
misterio), le devuelve al hombre la confianza y la esperanza,
con la cual puede atravesar con paz el misterio del sufrimiento. «La
cruz de Cristo arroja de modo muy penetrante luz salvífica
sobre la vida del hombre y, concretamente, sobre su sufrimiento,
porque mediante la fe lo alcanza JUNTO CON LA RESURRECCIóN:
el misterio de la pasión está incluido en el misterio
pascual.» SD 21. (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 15]
Es en el misterio del sufrimiento y por ende en el misterio
de la Cruz en donde el hombre encuentra el consuelo del Padre
pero es también el lugar desde donde, se puede experimentar
con mayor profundidad el misterio del perdón. Es como
lo dice el Papa, «una llamada a manifestar la grandeza
moral del hombre, su MADUREZ ESPIRITUAL» (SD 22). Solo
cuando el hombre, ha aceptado que la enfermedad no es un castigo,
ni el adelanto, ni el pago por culpas pasadas, sino un proceso
de deterioro natural que va predisponiendo al hombre para la
vida eterna, es cuando puede con toda serenidad, como Cristo
PERDONAR. Esto hace aun más misterioso el mundo del sufrimiento
humano, pues es desde la cruz, desde donde el hombre puede entender
(aunque como en un mal espejo) la miseria humana y compadecerse
de ella. Es entender, como lo dice el Salmo 102, “de qué estamos
hechos”, y desde ahí perdonar a sus semejantes,
dándose cuenta, quizás, que no se es mejor que
los demás, y que al final de cuentas todas las ofensas
recibidas proceden precisamente de esta debilidad que ahora,
de manera física experimenta el que sufre. Podemos decir
que es, como dice san Pablo que es desde la debilidad de donde
nace la fuerza, pues el mismo escribe: «Muy gustosamente
sufro, y me glorío en mis debilidades para que así habite
en mí la fuerza de Cristo» (2Cor.12,9). (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 16]
Sin que lo podamos entender, en el misterio del dolor y el sufrimiento
está una llamada de Dios a crecer en la virtud, como lo
dice san Pablo: «Nos gloriamos hasta en las tribulaciones,
sabedores de que la tribulación produce la paciencia,
una virtud probada, y la virtud probada, la esperanza. Y la esperanza
no quedar confundida, pues el amor de Dios se ha derramado en
nuestros corazones por virtud del Espíritu Santo, que
nos ha sido dado» (Rm 5,3-5). En entonces el dolor una
especie de escuela que nos va capacitando para poder vivir con
paz en este mundo en el cual el sufrimiento está siempre
presente de manera misteriosa. En esta escuela del dolor es en
donde crece y se perfecciona el hombre. Por ello dice el Papa: «Esta
es la virtud de la perseverancia al soportar lo que molesta y
hace daño. Haciendo esto, el hombre hace brotar la esperanza,
que mantiene en él la convicción de que el sufrimiento
no prevalecer sobre él, no lo privar de su propia dignidad
unida a la conciencia del sentido de la vida». SD 23 (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 17]
Un aspecto importante para nosotros los cristianos, que acogemos
no solo como un misterio el sufrimiento, sino como un don de
Dios para nuestra vida, es el hecho de que este nos permite participar
ACTIVAMENTE en el proyecto redentor de Cristo, según las
palabras de san Pablo: «Ahora me alegro de mis padecimientos
por ustedes y completo en mi carne lo que falta los padecimientos
de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1,24).
Con esto, lo primero que debemos entender es que a la pasión
de Cristo no faltó nada, en un sentido estricto, pues
su pasión fue total y exhaustiva de manera que por ella
hemos recibido todos la gracia y la vide eterna. Sin embrago
este modo de hablar del apóstol va en la línea
de, como cuerpo de cristo, que somos toda la Iglesia, vemos como
este cuerpo continuar sufriendo hasta el ultimo día. El
Papa lo explica diciendo que, «en el misterio pascual Cristo
ha dado comienzo a la unión con el hombre en la comunidad
de la iglesia. El misterio de la Iglesia se expresa en esto:
que ya en el momento del Bautismo, que configura con Cristo,
y después a través de su Sacrificio - sacramentalmente
mediante la Eucaristía - la Iglesia se edifica espiritualmente
de modo continuo como cuerpo de Cristo» (SD 24) (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 18]
Dentro de este misterio, encontramos junto a nosotros la figura
siempre consoladora de la Santísima Virgen María
quien, aun siendo la Madre del Redentor, vivió de manera
ejemplar este misterio que abraza a la naturaleza humana. Ella,
dejada por Jesús como MADRE DE LOS DISCíPULOS (cf.
Jn 19, 25), nos acompaña y nos consuela espiritualmente,
como buena madre. Como modelo de la Iglesia y del Cristiano,
nos muestra con su vida, que el sufrimiento, cuando se vive desde
la perspectiva cristiana, y se unen los sufrimientos a los de
Cristo, no es angustia ni desesperación, sino total confianza
y paz en el corazón. Con su intercesión poderosa,
nos continua alcanzando gracias para que, en medio de nuestras
penas y dolores, podamos transitar por el misterio del dolor
y del sufrimiento, con paz... con la paz que Cristo nos da. Por
ello la Iglesia, desde los primeros cristianos, no ha dudado
en llamarla: «Consuelo de los Afligidos». Tenerla
como modelo de aquellos que unen su «propia» pasión
a la de Cristo, y acogerse a su poderosa intercesión,
hace del sufrimiento una autentica experiencia de redención.
(Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 19]
Es de tal modo misterioso el sufrimiento, que como afirma el
Papa, «en él se esconde una particular fuerza que
acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial.
A ella deben su profunda conversión muchos santos, como
por ejemplo san Francisco de Asís, san Ignacio de Loyola,
etc. Fruto de esta conversión es no sólo el hecho
de que el hombre descubre el sentido salvífico del sufrimiento,
sino sobre todo que en el sufrimiento llega a ser un hombre completamente
nuevo. Halla como una nueva dimensión de toda su vida
y de su vocación» (SD 26). De esta manera podemos
ver cómo el sufrimiento, dentro de todo lo misterioso
que posee, es por un lado la fuerza que hace al hombre madurar
como tal y al mismo tiempo, lo impulsa hacia el mismo Cristo,
convirtiéndose en sí mismo en fuente de redención.
Es por ello que «ante el hermano o la hermana que sufren,
Cristo ABRE y despliega gradualmente los horizontes del reino
de Dios, de un mundo convertido al Creador, de un mundo liberado
del pecado, que se está edificando sobre el poder salvífico
del amor». (idem) (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO - 20]
Cuando el hombre, iluminado por la gracias es capaz de penetrar
en el misterio del dolor, descubre en él, «el sentido
salvífico de su sufrimiento en unión con Cristo
el cual transforma la sensación deprimente de angustia,
temor y miedo, en alegría y paz. La fe en la participación
en los sufrimientos de Cristo lleva consigo la certeza interior
de que el hombre que sufre "completa lo que falta a los
padecimientos de Cristo"; que en la dimensión espiritual
de la obra de la redención SIRVE, como Cristo, para la
salvación de sus hermanos y hermanas» (SD 27) Solo
desde la perspectiva cristiana es posible vivir el misterio con
paz y saber que este sufrimiento no es esterilidad, sino fuente
de redención y transformación, no solo de aquel
que sufre, sino de todo el mundo. «El sufrimiento, más
que cualquier otra cosa, es el que abre el camino a la gracia
que transforma las almas. El sufrimiento, más que todo
lo demás, hace presente en la historia de la humanidad
la fuerza de la Redención». (Idem) (Continuará...)
[EL MISTERIO DEL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO – 21/FINAL]
Finalmente, el sufrimiento del hermano, es la oportunidad que
Dios nos da de servirlo y acompañarlo mientras transita
por este misterio. La parábola del Buen Samaritano, nos
ilustra perfectamente cual ha de ser nuestra participación
en este misterio cuando es vivido por nuestro «prójimo» (Lc
10,29-34). Por ello nos dice Su Santidad que «no nos está permitido "pasar
de largo", con indiferencia, sino que debemos "pararnos" junto
a él. Buen samaritano es todo hombre, que se para junto
al sufrimiento de otro hombre de cualquier género que ése
sea. Esta parada no significa curiosidad, sino más bien
disponibilidad». (SD 28). No se trata solo de tener compasión,
sino de buscar el medio para hacernos presentes y solidarios,
para verdaderamente acompañarlo mientras transita por
en medio del misterio del dolor. Es por ello que «en el
programa del reino de dios, el sufrimiento está presente
en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor
al prójimo, para transformar toda la civilización
humana en la "civilización del amor". En este
amor el significado salvífico del sufrimiento se realiza
totalmente y alcanza su dimensión definitiva». (SD
30). Podemos terminar nuestra reflexión diciendo con Juan
Pablo II, que «el sentido del sufrimiento, es verdaderamente
sobrenatural y a la vez humano. Es sobrenatural, porque se arraiga
en el misterio divino de la redención del mundo, y es
también profundamente humano, porque en él el hombre
se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia
dignidad y su propia misión. El sufrimiento ciertamente
pertenece al misterio del hombre.» (SD 31)