El hombre moderno se ha endiosado. Orgulloso y autosuficiente, piensa que la ciencia, la técnica, la informática, la robótica etc.., han desplazado al Dios vivo y verdadero, al Dios creador, al Dios revelado por Jesucristo, al Dios de la Biblia.
El centro y fin de su existencia no lo ocupa ya Dios, sino él mismo. El Dios Salvador del hombre ha quedado obsoleto, arrinconado. Ya no se le necesita para explicar ni el universo ni el misterio o el origen de la vida. La trascendencia se ha borrado de su horizonte. Sólo lo material, lo inmediato, lo terreno.. concita su atención.
Ya no existe ni la conciencia, ni el pecado, ni la Ley divina, ni el premio o castigo eternos, ni las realidades sobrenaturales. La Iglesia se ha quedado obsoleta. Su mensaje es medieval Es una ONG, un poco más eficaz y organizada que las otras... Para muchos el destino de la humanidad es la desaparición y la muerte y con ella la nada. Este el progreso que nos están vendiendo los listos de turno, que copan en gran parte los medios de comunicación.
Consuela dentro de este panorama tan risueño y halagador , el comprobar que todavía, persiste una gran mayoría de gente, que vivimos anclados en la fe de nuestros mayores sabiendo discernir lo que es progreso verdadero de vacuidad existencial.