Al regresar de Misa: Juan, Lolita y sus dos hijos Juanito y Pepe, se disponen a ver el juego de fútbol, pero al notar a Pepe, preocupado y pensativo, su papá se le acerca y le pregunta: ¿Qué te pasa?, cuando salimos de Misa estabas muy contento y ahora te veo triste. ¿Acaso la Eucaristía no te dio fuerza y alegría?
Pepe contesta: No, papá, lo que pasa es que ese trozo del Evangelio me causa confusión, ahora que he terminado mis estudios y comienzo a ganar más dinero me siento con dudas, como si querer tener una posición económica mejor, fuera mal pensamiento.
Juan le dice: Mira, Pepe, es importante entender que, la maldad a la que se refiere Jesús, es por el deseo de tener dinero que puede llevar a la gente a hacer cosas no buenas para conseguirlo, y con ello, perder de vista nuestro compromiso con el Señor, así como su promesa de vida eterna y no con el dinero y lo que éste nos pueda comprar en la tierra de manera temporal.
Pepe dice: Está bien, esa es una parte de lo que puedo entender, pero también dice que los que podamos tener consuelo en los bienes materiales aquí en la tierra, no tendremos consuelo en la vida eterna, te fijaste cuando dice: "¡Hay de los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!".
Juan le contesta: Yo interpreto que esta frase se refiere mas a aquellos que tienen sin medida, sin importarles los demás, en particular los que nada tienen: los pobres y también aquellos para quienes el dinero es su dios y se sienten satisfechos con tenerlo no buscando, para nada en su vida, a nuestro Señor.
!Gracias papá! Por tu comentario, me siento más tranquilo y buscaré que a lo largo de mi vida, no olvide este momento y que si llego a tener éxito económico durante mi vid, como espero, nunca me olvide de otros menos afortunados que yo, que me necesitan para poder seguir adelante.