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A El arquitecto había proyectado un edificio espléndido. Hacía Naturalmente para un proyecto tal, el emperador había elegido al Pero el arquitecto era tímido y no quería contradecir a nadie. - ¿Dónde colocamos el monolito? - le preguntó un constructor. - ¿Dónde?... donde a ti te parezca bien - respondió el arquitecto que no quería quedar mal con nadie. - Y las columnas... - le dijo otro trabajador - ¿Aquí están bien? - Sí, sí, ¡por supuesto! - contestó el arquitecto a pesar de escuchar cómo retemblaban los cimientos. - ¿Podemos poner el bloque de mármol encima del techo para que se vea bien? - le preguntó un albañil que no sabía nada de edificios. - ¡Excelente idea! - repuso el arquitecto sin hacer mucho caso de los gemidos que ya se oían en las vigas. El edificio quedó terminado y los constructores se decían: - ¡Qué arquitecto tan simpático! ¡Qué amable! ¡Cuánto respeto tiene por nosotros! - Es un gran hombre - dijo uno de ellos con solemnidad. Nunca he encontrado un arquitecto que tenga tanto respeto por nuestras opiniones. ¡Así tendrían que ser todos nuestros jefes! Y mientras decían esto, el enorme templo se desmoronó y los sepultó a todos. ¿En qué construcción andas metido tú? ¿Los planes de tus padres? |